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El vértigo de la sucesión

El mandato de Greenspan al frente de la Reserva Federal vencerá el próximo 31 de enero, de no ser que el Senado se tope con algún tipo de dificultad para nombrar a su sucesor. El presidente Bush no tiene aún elegido al candidato que relevará al gurú de la Fed, quizás la figura más poderosa en el mundo económico, y no lo tendrá fácil, porque además debe cubrir los dos puestos vacantes en el consejo de gobierno de la entidad.

En Wall Street se barajan cuatro nombres: Benjamin Bernanke, Martin Fedstein, Glenn Hubbard y Lawrence Lindsey. Bernanke, antiguo miembro de la Fed y actual presidente del comité de asesores económicos de la Casa Blanca, se configura como la mejor opción. Su perfil es bien conocido en Wall Street. Está a favor de una política monetaria más transparente y de que se establezca un objetivo de inflación. Las de Fedstein -profesor en la Universidad de Harvard- y Hubbard -en Columbia- son más controvertidas, mientras que Lindsey -ex asesor económico de Bush- se sumó recientemente a la lista.

Pero, independientemente del elegido, la historia muestra que los periodos de transición en la Fed están asociados con una mayor volatilidad. "Cuando habla Greenspan, todo el mundo escucha", señalan los agentes de Wall Street para caracterizar la figura del presidente de la autoridad monetaria. Pero como señala Goldman Sachs, "al final, la implicación en la Bolsa dependerá de cómo actúe el nuevo presidente y de si tiene suerte en términos del clima macroeconómico". Es, como señalan los analistas, la pócima que funcionó en el caso de Greenspan, cuando tomó el relevo de Paul Volcker en 1987. Además, recuerdan que los recursos de la Fed son limitados y que los tipos de interés son un instrumento que a veces ha sido utilizado para conseguir objetivos conflictivos.

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