Sucesos en Priego
La verdad es que llevo mucho tiempo leyendo EL PAÍS y siempre le he tenido una gran estima, por la clase de diario que es. Desde los 17 años lo leo (ahora tengo 24) y siempre he percibido honestidad y claridad en sus noticias, en sus artículos y en sus palabras.
Pero todo me ha dado un pequeño vuelco a raíz de un suceso personal. Soy uno de los nietos del matrimonio anciano que falleció en Priego de Córdoba el Jueves Santo. No salí de mi asombro cuando leí las primeras noticias, tanto en la prensa como en la televisión. Decidí callar e intentar comprender la sociedad en la que vivimos y lo que nos había ocurrido, a pesar de mi impotencia, dolor e incomprensión. El pasado día 1 de mayo, de nuevo, al leer EL PAÍS, no he podido contenerme. Me da mucha impotencia, rabia, pena e indignación que se diga que mi abuelo estranguló a mi abuela. Yo quiero pedir de corazón que antes de escribir algo se esté seguro de ello. Primero que le golpeó en la cabeza, luego que hubo celos y un sin fin de cosas que no quiero ni recordar. La policía y la Guardia Civil judicial no han encontrado ningún objeto y siguen barajando muchas hipótesis. Esto me lleva a reflexionar sobre lo que leo y veo diariamente; por un lado, su veracidad y, por otro lado, la sociedad en que vivimos y el morbo que dan estas noticias.
Creo que ocurren cantidad de sucesos maravillosos día a día y no se publican. Ya está bien de jugar con el dolor de las familias y las desgracias personales. Una cosa es informar y otra decir lo que interesa o lo que vende, a pesar del daño y la injusticia que produce. Por ello tengo la esperanza, por un lado, de poder seguir leyendo un gran periódico y, por otro lado, de disfrutar de una televisión diferente, positiva y sana. Sueño con ello y ojalá algún día mi pequeño sueño se cumpla.
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