"Estoy en el área como en mi casa"

José Manuel Reina, de 21 años, está orgulloso de ser un portero moderno y con un buen toque del balón al igual que su gran referente, el deportivista Molina. Y así es: toca bien la pelota. Pero no tanto como para evitar que la mayoría de las faltas que lanzó el jueves a su compañero López Vallejo se marchara fuera. Se le dieron mejor los penaltis que se tiraron ambos guardametas. El caso es seguir la senda de su entrenador, Benito Floro, que quiere que el fútbol del Villarreal se hilvane desde atrás. De ahí que califique al arquero como un canalizador más. Y de ahí que fuera tan feliz el día que Reina envió con la mano un pase de casi 50 metros que permitió a Anderson plantarse ante Alberto, de la Real Sociedad, y batirlo.

El mensaje de Floro también sirve para hoy en el estadio Bernabéu. "Queremos el balón, ser descarados, dominar el juego", explica Reina; "el equipo está concienciado de que debe sacar la pelota jugada. Los riesgos hay que asumirlos". ¿Riesgos? El alto número de ocasiones que recibe: "Aunque parezca raro, el curso pasado no recibíamos tantas, pero nos metieron más goles. En éste nos llegan mucho, pero también nosotros llegamos mucho".

Al meta titular más joven de Primera no le asusta el Bernabéu. "El futbolista que tenga miedo es un mediocre. Lo que hay que hacer es disfrutar", afirma, rotundo, Reina, que ya jugó dos veces en Chamartín. Sendos empates. A dos goles, cuando acudió con el Barça y fue agredido en la espalda por un vándalo al tratar de recoger el esférico, y a uno la temporada pasada, cuando estuvo brillante.

En su segundo ejercicio en el Villarreal, Reina prodiga las paradas decisivas. "Con los minutos, ganas en automatismo, en técnica, y te encuentras en el área como en tu casa", dice. Disfruta del ambiente familiar del club castellonense, en el que le quedan cinco meses de contrato. En junio, el Barça dispondrá de una opción de recompra por dos millones de euros: "Aquí hay cosas que no tienen en el Barça. El trato humano, por ejemplo. Para hablar con el presidente sólo tienes que entrar en su despacho. Allí debes pasar por muchos escalones".

Y no es que guarde rencor al Barça. Sigue queriendo que gane su ex, aunque ahora menos: es un rival directo por la Copa de la UEFA "Quizá me venía un poco grande y, con 18 años, no se me dio la confianza necesaria. Los veteranos no sacaron las castañas del fuego y lo fácil es cargarse a los jóvenes". ¿Cree, pues, en la maldición en la portería azulgrana? "Eso es un mito mediático", responde; "es culpa de los porteros, de los entrenadores y de la prensa, que continuamente quiere cambiar de portero". Precisamente, su gran ídolo fue Zubizarreta.

Cordobés de ascendencia y por parte de su novia y madrileño de nacimiento, Reina llegó a La Masia con 13 años. Coincidió con Rufete. Antes aprendió en el Rayo Majadahonda y en la escuela de Madrid Oeste, en Boadilla. Lleva el oficio en la sangre. Su padre, internacional, fue guardameta del Córdoba, el Barça y el Atlético. Entre ellos hablan en el argot. ¿Le da consejos? "Que sea humilde y buen compañero y que tenga la cabeza fría. No pude verlo jugar. Se retiró dos años antes de que yo naciera. He visto pocos vídeos suyos y no parecía malo", dice Reina de su progenitor y recuerda, guasón, "la casi Copa", la Copa de Europa que se le escapó al Atlético a falta de 30 segundos en 1974, cuando Schwarzenbeck marcó de un disparo lejano para el Bayern.

Campeón de Europa sub 16 junto a Parri y Arteta (4-1 a Polonia), Reina sueña con la Eurocopa de Portugal. Aseguradas las plazas de Casillas y Cañizares, el seleccionador, Iñaki Sáez, quiere un tercer portero joven y consagrado. Víctor Valdés y Aranzubia serán sus rivales. Su físico es contundente: 1,88 metros y 89 kilos. ¿Cambiaría algo? "Tener más pelo", bromea. Prefiere parar por arriba que por abajo y la jugada que más odia es el centro lateral fuerte. ¿Y el delantero más peligroso? "Raúl, por su astucia".