Lo que ven los niños
Los espectadores de 7 a 12 años se decantan por programas de adultos ante la falta de una oferta infantil
Para el 92% de los niños ver la televisión es su actividad preferida al llegar del colegio, por delante de jugar (86,3%), merendar (85,2%) y hacer los deberes (79,2%). Los datos, procedentes de un estudio sobre audiencias infantiles realizado por la profesora de la Universidad Complutense de Madrid Carmen Marta Lazo, revalidan los suministrados por los audímetros: los niños pasan ante la pequeña pantalla 218 minutos al día, más que la media general, que el año pasado la empresa Sofres situó en 211 minutos por persona y día.
Pero sus programas preferidos tienen poco que ver con contenidos especialmente dirigidos al público infantil. Estas ofertas escasean en la mayoría de las cadenas públicas y son ignoradas por las privadas. Un trabajo elaborado por el profesor de la Universidad Carlos III Agustín García Matilla reclama la necesidad de promover un "pacto por la infancia" según el cual la televisión estaría obligada a programar espacios para los diferentes segmentos de edad, y albergaría, por ejemplo, informativos para niños, como tienen algunas cadenas europeas, japonesas y estadounidenses.
A falta de estos contenidos, los niños están abocados, por fuerza, a consumir los mismos productos que los adultos. En 2002, los programas más vistos por los espectadores más jóvenes fueron el Festival de Eurovisión, Operación Triunfo, Ana y los 7, Los Simpson y las retransmisiones futbolísticas.
El 90,8% de la audiencia entre 7 y 12 años se decantó por el Festival de Eurovisión, que también lideró la clasificación general de programas más vistos. La granadina Rosa, representante de TVE, congregó ante la pantalla a 950.203 niños, casi tantos como los que siguieron el Mundial de fútbol de Corea y Japón, especialmente los partidos de la selección española.
Entre la abultada oferta cinematográfica, la película favorita de los niños fue Solo en casa 3, emitida por Antena 3 en enero de 2002, con una audiencia de más de medio millón pese a que concluyó pasada la medianoche. También triunfó Manolito Gafotas, difundida por la misma cadena y en idéntico horario.
Entre las series nacionales, los espectadores menudos optaron por las producciones de TVE Ana y los 7, con un récord de 517.830 espectadores (66,8% de cuota infantil), y Cuéntame cómo pasó, que situó su mejor capítulo con 432.916 espectadores (52,55%). El humor del dúo Cruz y Raya (TVE-1) y las desventuras narradas en el culebrón colombiano Betty, la fea (Antena 3) figuran también entre las 50 emisiones más vistas.
"En España, desde finales de los ochenta, los responsables de la programación infantil de la televisión pública estatal venían planeando la posibilidad de armar un modelo de programa destinado a las niñas y niños más pequeños", asegura García Matilla. Y apunta que esta laguna ha sido parcialmente cubierta este año por TVE con Los lunnis.
En el libro Una televisión para la educación. La utopía posible, García Matilla desgrana el minúsculo seguimiento que en España tiene la llamada televisión de calidad. Así, por ejemplo, Al habla obtiene una media de 350.000 espectadores, Redes ronda los 120.000 y el espacio cinematográfico Qué grande es el cine gira en torno a 660.000. "Un caso aparte lo constituyen los programas vinculados con libros, escritores y lectores", subraya al comentar las dos ofertas emitidas en 2001-02. Negro sobre blanco, presentado por Fernando Sánchez Dragó, reclutó como media algo más de 200.000 espectadores (3,9%), mientras que Los libros, conducido por Juancho Armas Marcelo, consiguió casi 150.000 (2,6%). El autor asegura que, además de los horarios de emisión, "la eficacia del comunicador en un programa de libros es esencial". Y pone como ejemplo el fuerte tirón de Bernard Pivot en la televisión francesa. La aventura del saber, puesto en marcha en 1992 en TVE es, según el autor, el prototipo de televisión cultural y educativa, aunque está lejos del modelo de la BBC.
Algunos programas de enorme éxito internacional, como Gran Hermano, se inspiraron en la serie El zoo humano, de la productora británica Granada. Aunque las diferencias son notables: "Por una parte, el objetivo y la intencionalidad educativa; por otra, el rigor en el tratamiento y la voluntad de enseñar. Todo ello se supone en beneficio de El zoo humano", remarca el autor.
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