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Crónica:VUELTA 2003 | Sexta etapa
Crónica
Texto informativo con interpretación

Señales de grandeza

Nozal cierra la semana de gloria del ONCE-Eroski con un triunfo aplastante que le dispara en el liderato

Carlos Arribas

Cuentan que los últimos años de profesional a Gianni Bugno le daba por pararse alguna carrera junto al arcén y ponerse a charlar con algún camionero aparcado a que pasara la prueba. Con una curiosidad insaciable por los camiones, Bugno freía a preguntas al transportista. El gran campeón italiano, convertido ahora en piloto de helicópteros, preguntaba por los caballos, por la refrigeración, por el intercooler y por el turbo, por el motor y por la capacidad de carga. No consta que algún día Bugno se parara para hablar con Isidro Nozal padre, a quien su hijo tanto echaba de menos cuando atravesaba Europa con su camión, pero de haberlo hecho habría tenido doble tema de conversación. Habría empezado a romper el hielo con un par de admiraciones así: ¡Cómo me gusta su camión! ¡Cómo me gusta su hijo! Porque no sería entendible que si Bugno, fino estilista, hombre de fuerza, hubiera visto ayer la contrarreloj de Zaragoza, no hubiera terminado rendido de admiración a los pies de Isidro Nozal hijo. Y quien dice Bugno puede decir Indurain, a quien también le gustan los camiones, o Armstrong, o cualquiera de los últimos grandes contrarrelojistas.

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Aislados en la autopista, de fondo, un paisaje amarillo, el desierto, zarandeados por el viento, de cara, de espaldas, de lado, la boca abierta en busca de aire, los ciclistas eran, en los alrededores de Zaragoza, figuras absurdas en busca del absoluto. Estaban los pequeños escaladores, el doliente Sevilla -arrastrando sus abductores, sus forúnculos, su bursitis, el chico de los mil males que ni por ésas perdía la sonrisa-, los pimpantes Heras y Mancebo, que se reencuentran después del Tour, el sorprendente Beltrán, que ha aprendido mucho de Armstrong en poco tiempo y desafiaba a las leyes transmitidas, las que dicen que frente al viento, cuánto más grande sea el ciclista, mejor, porque a más masa muscular, más vatios, y los vatios son los que rasgan el viento. Sufrían. Estaban los especialistas. Los grandotes de los muchos vatios, de casi caballos, el favorito Igor, que dudaba y se buscaba, los habituales Aitor y Casero, que tiraron de clase y poco más, el británico Millar, el que ganó en Nantes bajo la lluvia el día de la revancha de Armstrong con Ullrich. Y estaba Isidro Nozal.

Isidro Nozal tiene 25 años, salió como líder -aquel maillot amarillo que alcanzó fugándose en el Escudo porque Manolo Saiz no logró propiciárselo con el sistema de líderes rotatorios- y empezó a marcar el mejor tiempo desde la primera referencia, desde el kilómetro 10. Nunca se puso nervioso. Aliado del viento barrió la clasificación, la limpió, la aclaró el día que se desvanecieron las pocas esperanzas de Sevilla. Fue un reactivo químico de sólo 66 kilos. Pasó él y se desvelaron fuerzas, debilidades y algunas curiosidades. Se reveló, a la luz de su empresa, que Igor Galdeano no estaba tan fuerte como presumía -anda corto de preparación- y que va a sufrir en la trilogía pirenaica -Cauterets, Pla de Beret, Envalira- que se propone desde hoy sin solución de continuidad. Peor suerte parece esperarles a los ganadores de los últimos años, Casero y Aitor, que salen de su territorio con más de cinco minutos perdidos. Y mejor, evidentemente, a los mejores de entre los escaladores, Heras, Beltrán, Frigo y Mancebo.

Isidro Nozal, que es cántabro, de Guriezo, acabó la contrarreloj y siguió tranquilo, quizás poco consciente de que en la general tiene a Igor a casi dos minutos y medio, y a Beltrán a casi tres, a Heras a cuatro y medio y a Mancebo a cinco. Inconsciente quizás del problema que le ha creado a Saiz: ¿quién es el líder del ONCE-Eroski? -¿quién es el líder del US Postal? ¿Heras o el Beltrán que casi le dobla?-.

Terminó y siguió como antes, capaz aún de reírse de sí mismo, del tamaño de sus pies -calza un 46- y de decir que le van bien porque así si un día no encuentra cama puede dormirse de pie, de reírse de su demarraje en montaña -"voy tan rápido que hasta los caracoles me aguantan la rueda, soy un diésel"-, de recordar sus limitaciones -""no creo que pueda ganar la Vuelta, pero sí quedar entre los 10 primeros- y de no olvidar qué es lo importante en la vida: "No, éste no es el mejor día de mi vida, el mejor día es cuando conocí a mi novia, a Begoña".

Isidro Nozal, durante la etapa contrarreloj individual que ayer ganó en Zaragoza.
Isidro Nozal, durante la etapa contrarreloj individual que ayer ganó en Zaragoza.EFE

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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