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Crítica:LA LIDIA | Alicante
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Solís marca las diferencias

De los seis muy justos novillos de Montequi, aunque más aparentes los tres últimos, el lote más complicado fue para Roque Garijo. Complicado el primero, descompuesto, de remate violento y perseguidor por el pitón derecho; deslucido el cuarto, que además de no humillar tomó la muleta sin clase y protestando. Pero también una notable diferencia: mientras el que abrió plaza apenas fue picado, al cuarto le pegaron a conciencia en varas.

Ante esos dos novillos, Garijo puso actitud, mas no siempre fue su mejor arma. La faena al primero fue de bullanga, inquieta y sorteando constantes coladas del animal. Más centrado le anduvo al cuarto, incluso aplicó ciertas dosis de temple que el novillo agradeció, pues por momentos incluso pareció menos protestón.

Montequi / Garijo, Solís, Bernal

Novillos de Jiménez Montequi, desiguales de presentación. Roque Garijo: silencio y división al saludar. Javier Solís: oreja; dos avisos y saludos. Javier Bernal: aviso y palmas; oreja. Plaza de Alicante, 17 de junio. 2ª de feria. Un cuarto de entrada.

Al segundo de la tarde le faltó muy poco para ser de bandera. Cornicorto, que dejó que se le diera en varas, tuvo mucha cuerda en la muleta por los dos pitones. Javier Solís no sólo le anduvo a placer, sino que firmó naturales largos y mandones. Repitió virtud en el cárdeno entrepelado que hizo quinto. Novillo justo de fuerzas, al que le costaba un punto entregarse y cuando lo hacía se rebrincaba algo. Solís volvió a aplicar largura con la mano izquierda, por donde de nuevo sumó mucho la faena. En todo caso, la impresión de ser novillero muy hecho: en plenitud. La puerta grande se le escapó por descabellar repetidamente a ese quinto.

Un concepto muy clásico, pero muy nuevo de técnica, en Javier Bernal. En el tercero, buen novillo por el lado derecho y negado a humillar por el otro, dibujó con sutileza el toreo en redondo, sin llegar a aclararse con la muleta en la izquierda. La novillada se cerró con otro excelente novillo, también muy sangrado en varas. En éste, Bernal suplió la falta de técnica con quietud y ciertos momentos de temple, aunque también hubo otros en los que no pareció centrado.

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