Espejismos
Estudio de H. Rinck. 1924.
El tablero de ajedrez tiene una cualidad que suele atribuirse a los desiertos: produce extraños espejismos. A veces se tiene la impresión de que una pieza determinada dispone de un amplio radio de acción y, sin embargo, la realidad muestra que no es así. El presente estudio del gran Henry Rinck ilustra claramente sobre estos curiosos espejismos. Las blancas disponen de una calidad de ventaja, pero, al no existir peones, la victoria es imposible salvo que se lograse capturar uno de los alfiles negros. Y éstos disponen de largas diagonales para recorrer a sus anchas. Por ello, la solución al estudio produce una fuerte impresión, y la certeza de haber sido engañado por los ojos de la inteligencia. La primera jugada, 1 Ta7, ya pone de manifiesto que los alfiles tienen un campo de acción mucho más reducido de lo que parece. Sólo dos casillas, de entre todas las que podría ir, no están controladas por el blanco, y una de ellas está minada: 1... Ac8 / 2 Ta8, etcétera. De modo que 1... Af1 es única, y ahora sigue el ataque al otro alfil: 2 Ta2! La pieza de g7 dispone de una larga diagonal para procurar su seguridad, pero el análisis demuestra que uno de los dos alfiles, inevitablemente, está perdido. Si 2... Ac1 / 3 Tf2!, seguida de 4 Cd3 j. ganando la pieza de c1. Si 2... Af6, sigue 3 Tf2, y después de la forzada 3... Ae7 j. / 4 Rb3!, Ab5 -o 4... Aa6- / 5 Cd5 j., Re8 / 6 Cc7 j. gana el alfil. Si 2... Ag7 / 3 Tf2, Aa6 -única- / 4 Ce6 j., Rg8 / 5 Tg2 ganando. Queda por ver, entonces, 2... Ah8 / 3 Ta8 j.!, Rg8 / 4 Ta1! y el alfil ha sido capturado. Un espejismo cargado de belleza.
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