Novilleros con ganas

A las 21.15 horas finalizó este larguísimo festejo, en el que la novillada, salvo el segundo sobrero, no dio facilidades, mostrando peligro varios de los ejemplares, pero delante tuvieron tres novilleros muy dispuestos y que, en diversa medida, brindaron los tres varios momentos de interés.

El primero, sin fijeza, provocó un gran desconcierto en el tercio de banderillas y el debutante Emilio Laserna muleteó por ambos pitones, con más firmeza y aguante que dominio, a un novillo que no humillaba ni remataba las embestidas. Alargó en exceso la faena, por lo que escuchó el primero de los varios avisos de la tarde. No debió dar la vuelta al ruedo. El cuarto se lesionó la mano derecha y fue devuelto, siendo sustituido por un sobrero de la misma ganadería, al que, como había hecho con el titular, Laserna intentó recibir a portagayola, intento frustrado por la huida del novillo, que se colaba por el derecho y lo cogió sin consecuencias al principio del valeroso muleteo, que fue más meritorio que limpio y al final del cual se refugió en el toreo accesorio. Contundente estocada desprendida y corte de oreja, premio al valor.

Sobreros

El segundo, mansurrón y con querencia a toriles, llegó a la muleta repetidor, pero prodigando escalofriantes gañafones, por lo que Javier Solís tardó algo en poner en práctica aquello que era neceseario: bajarle la mano y no dejar que enganchase la muleta. Cuando lo hizo la faena adquirió mérito y vibración, ya que el novillo transmitía peligro. Escuchó un aviso en el momento en que al segundo envite, colocaba una buena estocada. Al quinto lo lanceó con buen juego de brazos, pero como el novillo flojeó ostensiblemente, también fue devuelto. En su lugar salió el segundo sobrero, de la ganadería de El Zurgen, con cuajo de toro y con el que volvió a lucirse con el capote, de salida y en quites. El inicio de faena, con la diestra y en los medios, ya fue muy torero y desmayado, cadencioso y de muchos quilates. Después de unos apuntes con la izquierda volvió a torerar por el derecho, que era el mejor pitón del novillo. Excelente estocada y justo premio de una oreja, con petición de la segunda.

Omar Guerra banderilleó lucidamente al suelto tercero, que llegó a la muleta manseando y poco franco, aunque encastado. La faena contuvo algún natural sobervio, aunque las condiciones del animal no le permitiesen redondear el trasteo que remató con poco acierto estoqueador. También banderilleó al sexto, suelto como casi todos sus hermanos, cerrando el tercio con un gran par al quiebro. Comenzó la faena sentado en una silla y prosiguió con momentos de muy buen trazo, pero siempre con el novillo muy suelto y manseando. Mató a la segunda, después de demostrar sus progresos, sobre todo con banderillas y muleta.