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Entrevista:PASQUAL MARAGALL | Presidente del PSC

'Soy propio, voy a mi aire'

Pregunta. Dice no tener claro que el PP vuelva a ganar en 2004.

Respuesta. Pueden empatar. Si queremos, ganaremos. Aparte de que en Cataluña les pegamos un palizón siempre. Marchándose Aznar y estando Zapatero como está, lo tendrán muy justito.

P. Eso es que ve a Zapatero como una moto.

R. Una moto quizá no es la imagen. Pero sí, lo veo lanzado.

P. Aunque usted le toque la moral yendo contra el Plan Hidrológico, y con los 'excesos federalistas'.

R. Es que la España real es plural. Y nosotros tratamos de respetar la voluntad de los territorios de los pueblos de España.

P. Cada vez que habla usted, en la calle de Ferraz abren el paraguas y contienen el aliento.

R. Pero no por ellos, que están encantados, sino porque se esperan que la calle de Génova pegue un berrido.

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P. ¿Usted se nota con patriotismo constitucional?

R. Me noto con más que patriotismo constitucional. Los del patriotismo no se han leído el artículo 2 de la Constitución.

P. ¿Tiene algún otro patriotismo?

R. El de mi abuelo. En cuanto a patrias, me he quedado en 1900.

P. Ya empezamos con su abuelo. Dicen que va todo el tiempo de nieto del poeta.

R. No. Yo he estado 15 años de alcalde de Barcelona tratando de no patrimonializar el nombre de mi abuelo, que aquí, en Cataluña, y en España, es de muchos.

P. ¿Se sabe el himno nacional?

R. ¿La letra? No tiene.

P. ¿Y la música?

R. Ta ta, ta ta [ataca con ritmo correcto, pero sin gran aplicación].

P. Como no se anime más con el del Barça...

R. Pues entero no me lo sé. Yo soy bastante musical, pero en himnos no soy un hacha. En cambio, sí que me sé La marsellesa, donde no aparece la palabra Francia.

P. 'Para barullo, el matrimonio Aznar-Pujol'. ¿Cree que se ponen los cuernos?

R. Cada día. Figura que están casados, pero no se quieren ni se querrán.

P. Como aspirante a la Generalitat, ¿piensa que le temen en CiU?

R. Más que a una pedregada [granizo], que dicen aquí.

P. ¿Qué daría por lograr ir al peluquero de Artur Mas?

R. Hombre, tendría que cambiar de barrio. Y no sé dónde vive ni a qué peluquería va.

P. ¿Considera que, como alcalde, dio la vuelta a Barcelona como un calcetín?

R. Yo creo que Barcelona se cambió de camiseta. Una persona sola no puede dar la vuelta al calcetín de una ciudad.

P. ¿Y Cataluña se dejará en las próximas autonómicas?

R. Barcelona no se dejó: fue ella la que lo hizo. Cataluña tiene unas ganas locas de saltar, y va a pegar un salto impresionante.

P. ¿Le cabe Cataluña en la cabeza, como a Fraga España?

R. No, no me cabe. Es que Fraga es muy cabezón. Aparte de una persona a la que respeto mucho.

P. Si divaga y se pierde al tercer folio de discurso, ¿por qué escribe setenta?

R. A veces es bueno dar vida propia al discurso, no leer simplemente.

P. No es que se le vaya la olla.

R. Es que creo que es interesante ahondar en un tema que está resumido en el texto. En algún momento tiene que haber una expansión personal y una profundización.

P. ¿No le mosquea caer bien a casi todo el mundo?

R. No, nada. Yo caía bien hasta que el PP coincidió con Convergència -que ya venía de lejos- en que somos el peligro público número uno, o número dos. Mientras no seas muy relevante, eres muy simpático. Cuando empiezas a ser más peligroso para algunos, te atacan.

P. Hay quienes piensan que va usted sobrado.

R. Qué va. Yo soy más bien tímido. Lo que sí puede ser es que me moleste a veces la ignorancia.

P. ¿Es muy divo?

R. Divo, divo, no. Soy propio, voy a mi aire. No soy enormemente convencional.

P. ¿No tiene un componente de político de diseño?

R. No. Ésa es una manía que les cogió a mis adversarios cuando empezaron a ver que los Juegos Olímpicos y la transformación de Barcelona salían muy bien. Juntaron el éxito y el diseño y trataron de rebajar la imagen.

P. ¿Cataluña le merece?

R. Estos madrileños son tremendos [risas]. Cataluña se merece mucho más de lo que tiene, y, seguramente, más incluso de lo que tendrá. Y España y Europa, lo mismo.

Pasqual Maragall confiesa que se considera un hacha en la mesa de pimpón.
Pasqual Maragall confiesa que se considera un hacha en la mesa de pimpón.MARCEL.LÍ SÁENZ

PERFIL

Con 61 años y tres hijos, asegura que, cuando no lleva el uniforme de político, lo que más le gusta es hacer de abuelo. El jazz, el fútbol y los chistes están entre sus pasatiempos favoritos. Dice entretenerse mucho haciendo 'zapping', con los juegos de ordenador y con el ajedrez. Y se considera un hacha en la mesa de pimpón.

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