El Betis rescata un punto ante un Málaga superior

Anda el Betis cabizbajo en ataque, como deprimido ante la portería contraria, desde que perdió por lesión a su mejor delantero, Gastón Casas, mediada la primera vuelta de la Liga. Durante muchos partidos sobrevivió en la cresta de la ola gracias al excepcional estado de forma de Joaquín, que creaba y metía goles, y a su seguridad defensiva. Pero el extremo derecho se ha dejado contagiar por el desanimo de sus compañeros y centrales y laterales vagan por su propia zaga faltos de tensión, nervio y concentración.

Así las cosas, el grupo que entrena Juande Ramos, ése al que se le deprimen los equipos en las segundas vueltas, recibió ayer en casa al Málaga, especialmente motivado ante un duelo de rivalidad regional; y los jugadores malaguistas demostraron que la velocidad, el orden y la motivación son buenas compañeras en el viaje por Primera División.

El Betis, enfrentado ayer a un equipo con dos grandes delanteros (Darío Silva y Dely Valdés), convenció a su hinchada de que con dos futbolistas negados ante el gol como Joao Tomás y Amato no se va a ningún lado. El fallo del portugues en una jugada clarísima que habría supuesto el segundo tanto para el Betis provocó que, en el cambio, recibiera la pitada de los aficionados. Más argumentos para la súplica que Juande repite hace semanas para que Lopera le fiche a un goleador.

Pese a que el equipo sevillano se adelantó en el marcador nada más iniciarse la segunda parte con gol de Juanito, un central, la alegría de los aficionados fue como un espejismo en un desierto de fútbol espeso y desacertado. El Málaga, que ya podía haberse adelantado en la primera mitad en una clarísima ocasión de Darío Silva, aguantó el tirón, adelantó sus líneas y, al poco rato, empató el partido con gol de otro defensa, el portugues Litos.

El equipo malagueño demostró ambición y carácter cuando, con el empate en el marcador, sacó al campo a un tercer delantero, Canabal. Los últimos minutos del partido fueron un acoso continuo de la portería bética que sólo el acierto de Prats mantuvo a salvo de un resultado más abultado. El buen ánimo del portero bético salvó un punto pero no sirve para rescatar a sus compañeros de la depresión.