El Athletic sufre el mal menor ante el colista

La tradición pesó como una losa en San Mamés. El Athletic, como en los viejos tiempos, se empequeñece ante los colistas, se desdibuja, les deja crecer y acaba siendo un remedo de sí mismo. Todo un caso de impotencia más que de relajación. El Rayo, que no sacaba nada positivo desde septiembre, cuando visitó el Camp Nou, le dio una lección de organización, le igualó en pundonor y pudo incluso, por oportunidades más que por juego, llevarse un botín más jugoso.

San Mamés es una asignatura pendiente del Athletic. A poco que los rivales le enreden en el centro del campo, se le disuelven las ideas. Se atasca. La razón es casi siempre la misma: sus presuntos extremos, Tiko y Yeste, no tienen la produndidad suficiente para ensanchar el campo y tienden a buscar los medios añadiendo más atasco al tráfico del balón.

Tan enredado andaba el partido que solo cogía calor en los libres directos: de Corino, de Tiko, de Baljic... Y poco más. Hasta que el destino se la jugó a Lafuente, el portero rojiblanco, en una acción absurda. Lafuente había salvado dos mano a mano con Baljic y Peragón y en un saque de banda cómodo pifió el despeje con el pie. Michel la clavó. Después, Ezquerro, desaparecido en el encuentro, se sacó una jugada imprevisible y Urzaiz, como siempre, la empujó a la red. El Athletic sufría el mal menor y el Rayo asumía el castigo con buena cara.