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Crítica:'LA DOROTEA' | TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Otra celestina

La Gerarda, tendría que llamarse esta versión. Todo gira en torno a ese personaje, a esa otra celestina que hace Nati Mistral; mejor dicho, todo gira en torno a Nati, vestida como de amazona y no como madre o tía, que iban de hábito y no mostraban, como ella, su generosidad; que se añade a los atractivos que puedan encontrarse en la representación. La Dorotea, se sabe, tiene más que reminiscencias de la vida de Lope de Vega, representado como Fernando, y con nombres diversos para aquellas (o algunas de aquellas) a las que amó en su vida. Y las que le amaron o se le fueron, como esta Dorotea comprada por el indiano. Nada de eso importa si no es por el centro de la escena, la poderosa voz, su complicidad para con el público y su manera de tornar aquella novela melancólica en graciosa, en picaresca.

Lo digo como información, que eso es, sobre todo, lo que se llama crítica. Los colegiales que van a ver la obra por aulas completas serán sin duda explicados por profesores: quién era el Don Bela indiano (burla del auténtico, por ser sobrino del cardenal Granvela) y cómo destaca Lope que se llevó a Elena Osorio por dinero (la Dorotea; mezcla real de otras mujeres). Pero no sé si merece la pena esa lección. La obra vive en el amor de Fernando por Dorotea, y por la venta de ésta al Indiano; ventas en las que ella no es indiferente. Pero es esa celestina la que explica toda la ruindad del mundo, la que domina el tablado y hacia la que van las supuestas llamas del infierno que los tragará a todos; no es eso lo que pensaba o decía Lope, pero sí el final añadido por versionista y director, porque así les conviene, y porque queda Nati Mistral, sola y en el centro, mirando al público, para recitar uno de los poemas más hermosos, el que describe los cruces contrarios del amor: '... quien lo probó, lo sabe'. Otros de los actores han ido recitando, mejor o peor, poemas de Lope incrustados en la novela y en su representación.

A los chicos les gustó; y a las personas mayores incrustadas entre ellos. Aplaudieron sobre todo a Nati, que es lo justo en este caso, y no olvidaron a los demás.

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