Tribuna:

No todo está perdido

A lo largo de las 36 horas anteriores al momento fijado por la Casa de Subastas Velázquez para iniciar el remate de las primeras pruebas de galeras de Cien años de soledad, los teléfonos de la Embajada de Colombia sonaron todo el tiempo indagando sobre el sentimiento de frustración que se iba apoderando de los colombianos que sí creyeron que este documento debería quedar en Colombia. Desde Bogotá y Nueva York, desde París y Barcelona, las preguntas era las mismas: '¿Van a asistir a la subasta?' '¿En manos de quién quedaran las pruebas de la novela colombiana?' '¿Pierde mucho el p...

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A lo largo de las 36 horas anteriores al momento fijado por la Casa de Subastas Velázquez para iniciar el remate de las primeras pruebas de galeras de Cien años de soledad, los teléfonos de la Embajada de Colombia sonaron todo el tiempo indagando sobre el sentimiento de frustración que se iba apoderando de los colombianos que sí creyeron que este documento debería quedar en Colombia. Desde Bogotá y Nueva York, desde París y Barcelona, las preguntas era las mismas: '¿Van a asistir a la subasta?' '¿En manos de quién quedaran las pruebas de la novela colombiana?' '¿Pierde mucho el país?'.

Y se rumiaban en la soledad de una oficina las diversas posiciones que suscitó la aparición de estas galeradas. Las opiniones de quienes sostuvieron que se trataba de un documento sin importancia porque hay más pruebas corregidas por García Márquez, o aquella de que apenas constituían un montón de papeles. Y, claro está, la opinión de columnistas, apoyada en ese argumento de la doble moral de que se trataba de un embeleco misticista o el simple afán por derrochar dineros públicos cuando hay tantas necesidades para atender.

Y se pensaba también en los esfuerzos frustrados de algunos contactos en Nueva York, de las gestiones de la ministra de Cultura, que no logró entusiasmar a la empresa privada y a la inversión extranjera con intereses en Colombia para que colaboraran en la adquisición de esos originales; de los contactos realizados en Madrid que tampoco condujeron a una salida viable.

El balance era bastante desalentador. El único contraste, lo único que parecía no conducir a la inevitable pérdida, radicaba en que mientras la euforia y la curiosidad aumentaba entre los periodistas, el clima entre los posibles postores era el contrario. Los acontecimientos del pasado 11 de septiembre en Estados Unidos llevaron a muchos a pensar que la atención se había desviado, asunto que, por cierto, tiene mucho de razón. Pero que, de seguro, también pensaban los más optimistas, en las últimas horas aparecerían compradores.

A la hora señalada, la subasta dio comienzo en un clima de gran expectación y con gran público. Compuesta por 38 lotes -cartas con el membrete de 'Agencia literaria Carmen Balcells', fotografías, ediciones príncipe de novelas de García Márquez y las galeradas de Cien años de soledad-, la subasta discurría con buenos pronósticos y se puede afirmar que fue exitosa. Treinta y siete lotes se vendieron, pero el número 6, 'Primeras pruebas de las galeradas con las correcciones de Gabriel García Márquez', quedó, como lo decretó el subastador, 'invendido'.

Unas horas antes se pensaba que a los colombianos sólo les quedaba la sentencia expresada por la novela hace 34 años en su frase final. Pero ahora pueden volver a respirar y pensar con decisión que no todo está perdido, que, como lo dice el mismo autor, es necesaria 'una nueva y arrasadora utopía de la vida..., donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra'.

Conrado Zuluaga es consejero cultural de la Embajada de Colombia en España y autor de Puerta abierta a Gabriel García Márquez (Casiopea).

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