'Hola, ¿está el enemigo?'
Cantantes, cómicos y actores participaron en el homenaje póstumo a Miguel Gila celebrado en el Conde Duque
'Hola, me llamo Miguel Gila, nací en Madrid. Mi padre era carpintero, mi madre no'. De esta forma, con la imagen proyectada en una pantalla del genial humorista fallecido el pasado 12 de julio en Barcelona, comenzó ayer el homenaje que Madrid rindió en el patio central del Conde Duque a Miguel Gila. En las primeras filas, la viuda del humorista, María Dolores Cabo, vestida de riguroso luto, saludaba a las autoridades e invitados que iban tomando asiento.
Días después de fallecer su marido, María Dolores lamentó no haber recibido 'un testimonio oficial de condolencia de la ciudad de Madrid, el lugar donde nació y tanto cariño le demostró siempre'. Ayer, el alcalde de la capital, José María Álvarez del Manzano; algunos concejales como Fernando Martínez Vidal, de Cultura, o Adriano García Loygorri, de Medio Ambiente; el portavoz del grupo socialista, Rafael Simancas, o la portavoz de IU, Inés Sabanés, se acercaron hasta el Conde Duque para escuchar, además de algunas actuaciones grabadas de Gila, a las decenas de humoristas, actores y cantantes que participaron en el acto. También el ex presidente del Gobierno Felipe González, acompañado de su mujer Carmen Romero, y el presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, quisieron estar junto a la viuda de Gila.
Ana Belén y Rosa Maria Sardà fueron de las pocas personas que recordaron el perfil político de Gila
Tanto los miembros del gobierno municipal como los de la oposición dejaron a un lado, por unas horas, la guerra de paternidades en la que se han visto envueltos las últimas semanas, y con la que trataban de dilucidar quién fue primero en sugerir este tributo cómico-musical de los madrileños a Gila, denominado Gracias, Miguel. También algún famoso, como la modelo y presentadora de televisión Juncal Rivero, que besó a toda la fila de autoridades antes de tomar asiento, se dejaron ver en el homenaje.
El presentador televisivo José Luis Moreno fue el encargado de conducir el acto junto a la actriz Anabel Alonso. En un principio se había propuesto para esa labor el también presentador Pedro Ruiz, pero a última hora se salió del proyecto, aunque mandó una intervención grabada que se proyectó en pantalla. Moreno, por una vez, no necesitó recurrir a sus habituales 'tiene garra, tiene gancho, tiene fuerza... uh, uh, uh', para presentar a la primera invitada de la noche: Ana Belén.
La cantante, vestida con un traje vaporoso de tonos naranjas que dejaba un hombro al aire, interpretó una de las canciones de su último disco. Tuvo varios problemas con el sonido, algo que se repitió a lo largo de toda la noche. 'Yo soy de la generación de los años cincuenta. Éramos niños de la radio, nos educamos con ella. Tengo el recuerdo de escuchar por la radio a un señor que me dejaba perpleja, porque estaba en la guerra y quería hablar con el enemigo. Luego supe que era absolutamente un pacifista', contó la cantante al terminar su actuación.
Ana Belén fue de las pocas participantes que, además de destacar la faceta humorística de Gila, también hizo alusiones a las tendencias políticas del cómico.
Así lo hizo la actriz catalana Rosa Maria Sardà: 'Trabajó sin ánimo de lucro en colegios, en asilos, en cárceles. Reclamó en plazas de toros la libertad que le faltaba a este país'. 'Y también acompañó a sitios lejanos a nuestros soldados', apostilló José Luis Moreno. Pero la mayoría optó por recordar anécdotas sobre Miguel Gila y su vida como humorista. Tres de sus compañeros de andaduras profesionales, los actores Ángel de Andrés, Tony Leblanc y Lina Morgan, fueron los encargados de reconstruir los orígenes del cómico fallecido.
De Andrés fue el primero en aparecer en un escenario decorado con flores y con una silueta doble de Gila: una con casco de guerrero y otra con boina. 'Estaba yo en el teatro Fontalba y me dijo Tony Leblanc: 'Tengo un amigo en Zamora que dice unas cosas muy graciosas'. Le comenté que quería verle. Gila salió por la concha del apuntador y dijo: 'Este metro de Madrid está insoportable. Me meto en la Puerta del Sol y mira por donde salgo''.
Lina Morgan, vestida con un traje rosa continuó: 'Yo trabajé cuando era una niña en una compañía de teatro con Gila y Tony Leblanc. Le conocía profundamente'. Y la cómica añadió la frase más usada de la noche: 'Miguel, yo sé que esta noche nos estás viendo...' Tony Leblanc, apoyado en un bastón y caracterizado con un bigote para el papel que está rodando en una serie de televisión, terminó: 'Yo pasé cuando era cómico por Zamora y fue allí donde conocí a Gila. Yo le traje a Madrid', aseguró.
Los chistes de Gila fueron el hilo conductor de la noche. La pantalla, entre cantante y cantante, retransmitía actuaciones suyas vestido con la clásica camisa roja, chaqueta negra y el teléfono al lado. '...Y va y me dice que se ha operado de cirugía estética y que ahora podría colocarse como azafata. Sí, claro, le dije yo, como no sea en el Arca de Noé...' Gila continúa: 'Un día desperté a un hombre a las cuatro de la mañana. Me dio mucho apuro despertarle. Cuando le dije que lo sentía me contestó: 'no se preocupe, hombre, si yo me he tenido que levantar porque ha sonado el teléfono'.
Pero la anécdocta que más le hubiera gustado al cómico fallecido la protagonizó el cantante Raúl. El artista, después de desgañitarse cantando y bailando en el escenario su último éxito de verano Debería estar prohibida, saludó al público. Pero cuando fue a hablar sólo se le veía mover los labios. Apurado, miró a José Luis Moreno, que apresuradamente le pasó su micrófono. Y entonces Raúl, por fin, pudo dedicarle unas palabras a Miguel Gila. Problemas del ¿directo?
Un fusilamiento fallido
Miguel Gila Cuesta nació en Madrid el 12 de marzo de 1919. Fue hijo póstumo. Su madre era asistenta. A los 13 años comenzó a trabajar en un taller de chapa y pintura. A llegar la guerra civil se alistó en las filas republicanas, pero fue capturado en diciembre de 1938. Decidieron fusilarlo, pero el pelotón estaba tan borracho que la ejecución resultó fallida. Así lo recordaba en sus memorias: 'Nos fusilaron al anochecer; nos fusilaron mal. El piquete de ejecución lo componían un grupo de moros con el estómago lleno de vino [...] Apretaron el gatillo de sus fusiles y caímos unos sobre otros. Catorce saltos grotescos en aquel frío atardecer del mes de diciembre'. Luego Gila escapó, fue apresado por la Guardia Civil e internado en un campo de prisioneros. Después fue encarcelado y más tarde obligado a incorporarse a las filas franquistas. Mientras estaba en la cárcel empezó a mandar dibujos a la revista La Codorniz, y así comenzó, en 1941, su carrera de humorista. Gila subió a los escenarios en 1951. Mas tarde se exilió a Argentina y volvió con la democracia. Regresó a Argentina en 1986 porque, decía, tenía muchas ofertas para hacer televisión, 'un medio imprescindible' para su profesión.
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