Cartelería íntima de Josep Renau

La obra más íntima y menos conocida de Josep Renau está a la vista. El Museo de la Universidad de Alicante (MUA) expone desde ayer y hasta el próximo 10 de abril una muestra de 150 carteles del artista valenciano. 'Con esta exposición queremos dar a conocer la fase inédita de Renau como cartelista político, publicitario y cinematográfico', comentó José Luis Martínez, comisario de la exposición organizada por la Fundación Renau, el Instituto Valenciano de Arte Moderno, la Embajada de México en España y la Universidad de Alicante.

Josep Renau (1907-1982) es un artista de prestigio internacional conocido por sus fotomontajes y carteles, pero también fue uno de los propulsores y primeros creadores de la publicidad adaptada al cine. En la muestra del MUA destacan los carteles que realizó en el exilio mexicano. 'Allí, con una mayor libertad, logró introducir la sensualidad y una carga erótica en los carteles, desconocida en la España de la posguerra', apuntó Martínez, técnico del museo. La exposición Josep Renau:cartelismo y diseño publicitarios sorprende al espectador, ya que además de ver los carteles y su obra gráfica, el visitante podrá ver algunas películas clásicas del cine de la época, cuyas proyecciones se suceden sin interrupción mientras está abierta la sala, de diez de la mañana a ocho de la tarde y los sábados por la mañana. El instituto de la embajada de México en España ha cedido 15 largometrajes, además de otras cintas que pertenecen a los fondos de la Universidad de Alicante que se proyectan en un viejo cinematógrafo que se ha instalado en el museo.

De los cartelistas que trabajaron para el cine, Josep Renau es el autor más venerado por críticos y coleccionistas. El artista valenciano gana su primer concurso de carteles con tan sólo 18 años (1924). La crítica le considera como un artista, en la más amplia acepción del término, ya que en su primera época fue fotógrafo, muralista, cartelista, dibujante, ceramista y grabador. Pero su firma adquiere prestigio por sus fotomontajes y composiciones gráficas, inspirados en el movimiento constructivista de la vanguardia rusa y tomando como referencia la obra del artista americano John Heartfield.

Los años más productivos se sitúan en la primera mitad de la década de los 30, fecha que coincide con su intervención en la fundación de la revista Nueva Cultura, sus colaboraciones en Nuestro Cinema y su trabajo como profesor en la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia.

La productora y distribuidora Compañía Industrial Film Español (Cifesa) aparecerá ligada a la obra de Renau. Esta compañía se convertirá en una de las empresas punteras en el ámbito nacional y buena parte de los éxitos de Renau están ligados a las producciones de Cifesa, entre ellas, las películas La hermana de San Sulpicio (1934), Rumbo al Cairo (1935) y la Verberna de la Paloma (1935). También forman parte de sus mejores trabajos carteles de películas extranjeras estrenadas en España en la década de los treinta como Y el mundo marcha de King Vidor o Éxtasis de Gustav Machaty.

Renau aceptó el puesto de director general de Bellas Artes durante la guerra civil, cargo desde el que luchó para salvar el patrimonio artísticio del Museo del Prado ante la amenaza de los constantes bombardeos de la aviación fascista sobre Madrid. El artista guardó la colección en las Torres de Serrano en Valencia hasta su posterior traslado a Suiza. También dirigió el Pabellón de la República en la Exposición Internacional de Paris (1937), y defendió la invitación de Picasso para la elaboración de una gran pintura, que dio como resultado el Guernica.Su ideología y defensa de la República le obligaron a exiliarse a México. Pero para entonces, su huella se había instalado como un estigma, en alguno de los iniciáticos cartelistas de su círculo más próximo. El efecto de Renau tuvo gran alcance y fueron muchos los autores influenciados por su obra.