CHILE, EN TRANSICIÓN

Un secreto a voces en la compañía

Los militares dedicaron especial atención a las telecomunicaciones durante la dictadura a la hora de colocar a sus peones. En 1982, cuando el Estado era aún accionista mayoritario de la Compañía de Teléfonos de Chile (CTC), el director era un miembro del Estado Mayor de la DINA, Patricio Nelson Massera, y era notoria la influencia del régimen.En 1987 comenzó el proceso privatizador que finalmente colocó la compañía en manos españolas y con el nombre de Telefónica. Nueva imagen y profundos cambios en la gestión de la empresa. Pero en el departamento judicial hay caras que no han cambiado, como ...

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Los militares dedicaron especial atención a las telecomunicaciones durante la dictadura a la hora de colocar a sus peones. En 1982, cuando el Estado era aún accionista mayoritario de la Compañía de Teléfonos de Chile (CTC), el director era un miembro del Estado Mayor de la DINA, Patricio Nelson Massera, y era notoria la influencia del régimen.En 1987 comenzó el proceso privatizador que finalmente colocó la compañía en manos españolas y con el nombre de Telefónica. Nueva imagen y profundos cambios en la gestión de la empresa. Pero en el departamento judicial hay caras que no han cambiado, como la de Emilio Sajuria. A raíz del espionaje telefónico a políticos de derecha, en concreto al ex senador Sebastián Piñera, salieron a la luz los nombres de antiguos funcionarios de inteligencia que trabajaban en Telefónica. El nombre de Sajuria fue mencionado en televisión por dos diputados socialistas. La compañía zanjó la polémica afirmando que no se discriminaba a nadie por razones políticas.

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Sajuria depende organizativamente de la gerencia corporativa de asuntos jurídicos, que dirige Nelson Contador Rosales, empleado de la fiscalía militar en tiempos de la dictadura, y militante del partido de la derecha pinochetista Renovación Nacional.

La dirección del departamento organizó un acto de desagravio al abogado un día después de la concentración de protesta frente a la sede de la compañía. Asistieron la mayoría de los abogados. Éste es sólo un ejemplo de que goza del respaldo total de la dirección. Los diversos planes de reestructuración de plantilla que han dejado en la calle a unos 2.000 trabajadores no han afectado a Sajuria. Quienes le conocen aseguran que no suele hablar de política, aunque en alguna ocasión ha mostrado su fervor católico y un acentuado anticomunismo. En la mesa de su despacho tiene una foto dedicada de Pinochet. La biografía de Sajuria es un secreto a voces en la compañía, según varios trabajadores. Aunque no se habla de ello. "Hay una especie de temor. La gente no quiere admitir que entre nosotros hay un tipo con un pasado muy negro", comenta un empleado. La dirección prefirió no hacer comentarios sobre las acusaciones contra el abogado.

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