Olazábal, en las manos de Torron
Marcelino Torrontegui, el masajista que en los últimos años se ha hecho un nombre trabajándose los músculos, piernas y espalda de ciclistas tales como Rominger, Olano, Zülle o Virenque, recibió un encargo muy especial el lunes por la mañana: aliviar los espasmos, tirones y contracturas en la zona lumbar que tenían a José María Olazábal tirado en la cama desde el domingo sin apenas poder moverse ni para darse la vuelta. Y en las manos de Torron, que es masajista de ciclistas en verano y de los futbolistas del Málaga en invierno, Olazábal encomendó su futuro también ayer. "El lunes me lo pasé en la cama todo el día", dijo el jugador vasco, que no pudo terminar el domingo el Volvo Masters en Jerez de la Frontera al sufrir un súbito tirón en el campo de prácticas. "Me pusieron unas inyecciones, me tomé un antiinflamatorio y me dieron masaje. Estoy un poco mejor, pero hasta el jueves no decidiré si participo o no. Si veo que puedo, jugaré. Si no, me vuelvo a casa". El tirón del domingo es el segundo problema que sufre en la espalda Olazábal en el último mes. A primeros de octubre, durante el Masters de Alemania, el ganador del último Masters de Augusta sufrió un persistente dolor en la zona cervical, que se le reprodujo durante la victoriosa disputa de la Dunhill Cup. "No, no me preocupan especialmente estos problemas de espalda, que, además, son puramente musculares, de tejidos blandos. Ya se ve que me estoy haciendo viejo, pero aguantaremos las goteras", ironizó el jugador, a quien un pinzamiento vertebral le tuvo 18 meses apartado del deporte y de la vida normal hace nada más que un par de años.
El dolor y la inmovilización le llegan a Olazábal en pleno esfuerzo de final de temporada, al comienzo de una serie de seis torneos consecutivos: dos en España, dos en Japón, uno en Hawai y uno en Suráfrica. Con sólo tomar la salida en el American Express de Valderrama el jueves, Olazábal se embolsaría casi cuatro millones de pesetas, el premio que se llevará el último clasificado. Pero si Torron se esmera y el reposo toma cuerpo, que no tema nadie.
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