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El pase del Piojo al Lazio aboca al Valencia a una crisis

El ingreso del Piojo en el Lazio a partir de julio había de ser un secreto hermético, pero se ha revelado en las últimas horas como un asunto que acabó ayer por perder la escasa confidencialidad que le restaba. Guido Pallia, colaborador del presidente lazial, Sergio Cragnotti, convirtió el desmentido que Cortés hizo público el martes en un absurdo. "Hay un pacto para pagar la cláusula en tres cómodos plazos. El jugador está de acuerdo", dijo.

Pallia, en declaraciones a Ràdio 9, reconoció en la jornada de ayer todo lo que el dirigente del Valencia y su consejero delegado, Manuel Llorente, habían, aunque sin mucho empeño, tratado de oscurecer. Expuso que Cragnotti alcanzó el acuerdo con Cortés durante el periodo estival, coincidiendo con la fecha en que se produjo la reunión definitiva para cerrar la revisión de contrato del argentino. "Cragnotti habló con el Valencia en julio cuando se estaba produciendo la revisión de contrato de Claudio López", argumentó.Pallia se refiere a la cumbre del 12 de julio. Entonces, Cortés, Llorente, y los dos vicepresidentes, Jaime Orti y Jaime Molina, se reunieron con Fernando Hidalgo, colaborador de Gustavo Mascardi, agente del jugador, en la Masía del Pollastre, la finca que Molina tiene en la localidad de Bétera.

Aquel día, el contacto telefónico con Cragnotti fue permanente. Después de la reunión, Cortés y sus consejeros vendieron eufóricos que el Piojo se quedaba en el Valencia un año más. Es decir hasta julio del 2003. Festejaron además que López no se fuese con Ranieri al Atlético de Madrid, club que el Lazio intentó por aquel entonces establecer como puente que facilitase una temporada más tarde la entrada del jugador en la plantilla lazial.

La realidad se ha revelado algo distinta en las últimas horas. Es cierto que el Valencia impidió que la sociedad Ranieri-López pudiera continuar triunfando en la Liga española y que el argentino continuara luciendo su vertiginoso galopar a la contra en Mestalla. No obstante, en la Masía del Pollastre, el futuro del Piojo se dibujó en azul celeste.

Cortés, Cragnotti e Hidalgo acordaron que el internacional de Río Tercero, al que de pequeño apodaron Piojo, sería jugador del calcio en el ejercicio 2.000-2001. El Lazio no tenía entonces líquidez para sufragar la cláusula de López y el Valencia no quería que marchara al Atlético, club que estaba dispuesto a colaborar económicamente con el Lazio con tal de ganarlo en calidad de cedido por la entidad romana. Todo quedó ultimado. Cortés exigió que la operación se silenciase porque entendía que la marcha de López, se produjese cuando se produjese, no beneficiaba su débil posición accionarial al frente del club ante un ataque de su archienemigo Francisco Roig con el argumento de la salida del veloz López del equipo como refuerzo a su estatus de máximo accionista.

Cortés titubeó y cayó presa del temor a deteriorar popularmente su presidencia al decidir enterrar el negocio, cuando éste ofrecía, y ofrece, pingües beneficios para su club. Antes del 12 de julio, el Valencia, de haber traspasado a López, habría ingresado los 3.600 millones de pesetas que figuraban entonces en su cláusula. Después del 12 de julio, el Valencia ganará, un año después, 1.200 millones de pesetas más, dado que el precio por la libertad del jugador asciende ahora a 4.800 millones. Aunque, si a esos 1.200 millones de beneficio se le descuentan los 300 que el jugador ha recibido esta temporada, el Valencia ha ganado con López en un año 900 millones.

¿Y López? Además de compartir vestuario con su amigo la Bruja Verón también ha ganado dinero, por supuesto. Esta campaña ha visto doblado su sueldo en 150 millones de pesetas y en la venidera ingresará mucho más. Se habla de cerca de 43 millones por temporada. Un total de 513 millones netos al año. No está mal.

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