El temor de los consumidores provoca una crisis entre los productores de transgénicos Japón se une a las firmas alimentarias europeas y no importará maíz modificado de EE UU

El temor a los productos genéticamente modificados ha provocado una crisis en las empresas de biotecnología y entre los agricultores de EE UU, cuyos cultivos, creados por la ingeniería genética en compañías como Monsanto, DuPont o Novartis, ocupan una extensión similar a la de Gran Bretaña. A las empresas alimentarias europeas que ya rechazan este tipo de productos se han unido las importadores japonesas de maíz transgénico, que han anunciado que sólo aceptarán productos no alterados. Asimismo, el Deutsche Bank recomienda a sus clientes deshacerse de sus acciones en empresas de biotecnología, ...

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El temor a los productos genéticamente modificados ha provocado una crisis en las empresas de biotecnología y entre los agricultores de EE UU, cuyos cultivos, creados por la ingeniería genética en compañías como Monsanto, DuPont o Novartis, ocupan una extensión similar a la de Gran Bretaña. A las empresas alimentarias europeas que ya rechazan este tipo de productos se han unido las importadores japonesas de maíz transgénico, que han anunciado que sólo aceptarán productos no alterados. Asimismo, el Deutsche Bank recomienda a sus clientes deshacerse de sus acciones en empresas de biotecnología, por considerarlo un negocio poco seguro.

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Esta primavera, los agricultores de EE UU pagaron primas por sembrar sus campos con semillas de maíz y soja alteradas genéticamente; pero ahora, cuando se acerca el momento de la cosecha otoñal, muchos de los compradores internacionales de los que dependen dicen que se niegan a comprar esos cultivos. Los consumidores y las empresas alimentarias de un número cada vez mayor de países rehúyen los nuevos cultivos creados por ingeniería genética en empresas como Monsanto, DuPont y Novartis.La semana pasada en Japón, Kirin Brewery anunció que a partir del 2001 sólo usará maíz que no haya sido alterado genéticamente. Al día siguiente, la competencia de Kirin, Sapporo Breweries, anunció que también volvería al maíz tradicional, que es uno de los ingredientes de algunos tipos de cerveza.

Hasta hace algunos meses la oposición a los alimentos alterados genéticamente se encontraba fundamentalmente confinada a Europa, y las autoridades comerciales de EE UU han estado luchando con la Unión Europea, que ha dejado de comprar maíz estadounidense. Japón, que actualmente quiere que se etiquete obligatoriamente los productos alterados genéticamente, es el mayor importador de cultivos de EEUU, y México, cuyo mayor productor de harina de maíz para las tortillas evita los granos alterados, es el segundo importador de maíz de EE UU. "Es una amenaza comercial muy importante", afirma Peter Scher, que dirige las negociaciones agrícolas para la oficina de representación comercial de EEUU, país que exporta una tercera parte de sus cultivos, incluidos la soja y el maíz. Este año, los agricultores estadounidenses plantaron unos 24 millones de hectáreas (la superficie de Gran Bretaña) con semillas de maíz y soja transgénicas (la mitad de la soja de EE UU y una tercera parte del maíz).

La mayoría de los agricultores siguen esperando encontrar un mercado para gran parte de los cultivos de maíz y soja de este año, pero ya se les ha comunicado que los exportadores rechazarán siete variedades de maíz transgénico, lo que representa en torno al 5% de la cosecha prevista. La mayoría se molerá y se usará para pienso.

Los representantes de la Administración de Clinton han asegurado una y otra vez a los consumidores que el consumo de todos los cultivos alterados genéticamente que han sido aprobados en EE UU se pueden comer con tranquilidad. Y, sin duda, no hay ninguna evidencia científica concluyente que demuestre que los alimentos no sean seguros, aunque algunos científicos consideran necesarios más estudios. Dan Glickman, secretario de Agricultura de Estados Unidos, afirma que las preocupaciones de los consumidores parecen propagarse como "una enfermedad infecciosa". "Esta tecnología", comenta, "ha avanzado algo más rápido que la política". Tanto él como las autoridades del comercio federal se han pasado el verano presionando a los líderes y los ministros de agricultura europeos para que reconsideren lo que básicamente supone una moratoria de la Unión Europea sobre nuevos tipos de cultivos alterados genéticamente.

Tortillas mexicanas

En México, que el año pasado compró 78.500 millones de pesetas de maíz estadounidense, el Grupo Maseca, la compañía líder en producción de harina de maíz, afirmó recientemente que evitaría la importación de grano modificado genéticamente. La harina de maíz se usa para las tortillas, que es el producto base mexicano.

En Corea del Sur, otro gran importador de grano estadounidense, las empresas de transformación del maíz afirmaron que estaban considerando la opción de comprar el maíz a China en lugar de a EE UU, debido al temor a los transgénicos.

Y en Japón, el Gobierno ha aprobado una ley que obliga a las empresas de alimentación a etiquetar los productos que hayan sido alterados genéticamente. Una filial de Honda Motor afirmó esta semana que construirá una planta en Estados Unidos y contratará agricultores para que la abastezcan de soja convencional sin alterar.

En EE UU, donde ha habido pocas quejas sobre transgénicos, Gerber y H. J. Heinz fueron las primeras empresas alimentarias en rechazar los nuevos productos. Después, Iams, la empresa de alimentos para mascotas, afirmó que no comprará las siete variantes de maíz alterado que no han sido aprobadas en Europa

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