El patriotismo herido

La descalificación de la comisaria francesa Edith Cresson ha sido recibida como una sonora bofetada en el rostro de un país que se jacta, con razón, de haber sido pionero de la construcción europea. Aunque algunos medios han cubierto el rubor general bajo el manto de un cierto patriotismo, dando pábulo a la teoría de que el dictamen de la comisión de sabios responde a un ajuste de cuentas político o a transacciones infames sobre el honor de las personas, la mayoría de la prensa francesa ha mostrado su vergüenza ante un caso tipificado no como error en la gestión, sino como nepotismo pur...

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La descalificación de la comisaria francesa Edith Cresson ha sido recibida como una sonora bofetada en el rostro de un país que se jacta, con razón, de haber sido pionero de la construcción europea. Aunque algunos medios han cubierto el rubor general bajo el manto de un cierto patriotismo, dando pábulo a la teoría de que el dictamen de la comisión de sabios responde a un ajuste de cuentas político o a transacciones infames sobre el honor de las personas, la mayoría de la prensa francesa ha mostrado su vergüenza ante un caso tipificado no como error en la gestión, sino como nepotismo puro y duro.El primer ministro Lionel Jospin se apuntó rápidamente a la dimisión colectiva del Ejecutivo comunitario, pero su ministro para Europa, Pierre Moscovici, sostuvo hasta el jueves que la sustitución efectiva de los comisarios debía esperar a las elecciones europeas de junio. El viernes pasado, tras la visita a París del canciller alemán, Gerhard Schröder, el presidente Chirac y el mismo Jospin cambiaron completamente de punto de vista y se sumaron al consenso sobre la necesidad de renovar lo más rápidamente posible la Comisión.

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Tras el visto bueno que el ministro de Agricultura, Jean Clavany, dio en Bruselas al compromiso sobre la reforma de la Política Agrícola Común (PAC), el Gobierno, espoleado por un Jacques Chirac siempre atento al voto rural conservador, ha tenido que rectificar su postura y reclamar una nueva negociación en vísperas de la cumbre de Berlín. Eso no le ha evitado que la derecha parlamentaria le otorgara un serio varapalo, pese a que, como Moscovici no se cansó de repetir en la Asamblea, "todas las decisiones de ámbito internacional son adoptadas de común acuerdo con el presidente de la República", líder indiscutido de la oposición.

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