LA DANZA, DE BODA
La boda de la bailarina madrileña María Giménez, de 26 años, con el bailarín cubano Marcel Bosch, ayer, lunes, tuvo un toque distinto al del resto de enlaces, ya que la que está considerada como una de las artistas del baile españolas que más éxito tienen en el extranjero, que comenzó como solista con la compañía de Víctor Ullate, lucía un vestido completamente negro, con escote cuadrado de piel, abrigo y zapatos a juego. Por el contrario, el novio vestía un traje totalmente blanco, con un jersey de cuello alto, tocado de una bufanda del mismo color. La ceremonia civil, oficiada en la casa consistorial por el alcalde de Segovia, Ramón Escobar, se desarrolló en la estricta intimidad, con apenas treinta asistentes entre familiares y amigos, aunque los medios de comunicación conocieron la noticia después de que llegara un anónimo a la agencia Efe, que informaba de la hora y del lugar del enlace, en el que actuaron como testigos Marta de la Cruz Bosch, hermana del novio, y Joaquín Giménez Mañogil, padre de la novia. María Giménez, premio Nacional de Danza 1998, eligió Segovia para estar apartada del barullo de Madrid y porque, además, es el lugar de nacimiento de su madre, su tío y su bisabuelo, Ramón Martínez, que fue profesor de esgrima. Tras una intensa actividad el año pasado, donde fue invitada por Alicia Alonso a bailar junto al Ballet Nacional de Cuba, dentro de cuatro días esta bailarina viajará a Suiza para trabajar en la Ópera de Suiza. Emocionada por el acontecimiento, confesó que se había dado cuenta de su cambio de estado civil cuando el alcalde la había llamado señora, he hizo votos porque, este año, al menos pueda disfrutar de una semana de vacaciones en verano. Quien actuó con total desparpajo fue la sobrina del novio, que no quiso perderse la foto oficial tras la firma del acta, aunque tuviera que subirse a las rodillas del presidente de la corporación segoviana.-
