Los lingüistas consideran que el riesgo de fragmentación del español está superado

Alvar y Lope Blanch abren en Valladolid un congreso sobre el futuro de la lengua

No hay peligro de fragmentación del español. Esta tesis tan rotunda fue defendida ayer por los 60 lingüistas que participan en el III Congreso Internacional de la Lengua Española, que se celebra en Valladolid bajo el lema El futuro del español, el español del futuro. Tanto Manuel Alvar como Juan Lope Blanch, dos expertos en geografía lingüística, se mostraron optimistas sobre la unidad de un idioma hablado por unos 300 millones de personas en más de 20 países. "Los voceros de la desintegración y los agoreros han fracasado", señaló el académico Alvar.

"El fantasma de la escisión del espa...

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No hay peligro de fragmentación del español. Esta tesis tan rotunda fue defendida ayer por los 60 lingüistas que participan en el III Congreso Internacional de la Lengua Española, que se celebra en Valladolid bajo el lema El futuro del español, el español del futuro. Tanto Manuel Alvar como Juan Lope Blanch, dos expertos en geografía lingüística, se mostraron optimistas sobre la unidad de un idioma hablado por unos 300 millones de personas en más de 20 países. "Los voceros de la desintegración y los agoreros han fracasado", señaló el académico Alvar.

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"El fantasma de la escisión del español ha sido superado". El académico y lingüista Manuel Alvar pidió ayer, tras subrayar este rasgo de optimismo, la defensa de un "español unido sin preeminencias ni claudicaciones". Ante un auditorio integrado por cientos de lingüistas, profesores de español y estudiantes que se dieron cita ayer en Valladolid, Manuel Alvar manifestó con vehemencia: "No hay más que un español y es falaz escindir esa realidad a un lado y a otro del océano Atlántico. Es cierto que existen muchas variedades, pero las diferencias son mayores a este lado del mar que al otro". Todavía fue más allá el académico cuando subrayó que existen más diferencias entre el castellano hablado en Santander y el hablado en Algeciras que entre las variantes dialectales a un lado y al otro del mar. "Un tinerfeño cuando habla se parece más a un venezolano que a un pastor del Pirineo".Unidad, pero también variedad. Manuel Alvar se mostró tajante en esta cuestión y para resaltar la riqueza de un idioma contó la anécdota de un taxista mexicano que, tras preguntarle de dónde procedía y después de contestar Manuel Alvar que era español, el chófer le espetó: "Pues no habla apropiado". De este modo, el lingüista y académico lanzó un mensaje explícito a los españoles, "que somos minoritarios entre los hispanohablantes y eso hay que tenerlo en cuenta".

Riqueza literaria

Al referirse a la riqueza literaria, Alvar se felicitó ayer por una identidad lingüística tan rica que ha permitido que todos los hispanohablantes puedan leer y disfrutar, con sus respectivas variantes, al colombiano Gabriel García Márquez, al argentino Jorge Luis Borges, al guatemalteco Miguel Ángel Asturias, al peruano César Vallejo o a los españoles Ramón María del Valle Inclán, Miguel Hernández, Vicente Aleixandre o Camilo José Cela.El lingüista, que ha sido profesor visitante en la Universidad de California (UCLA), Chicago, Heidelberg, Lovaina y Pekín, entre otras, abrió ayer las sesiones de este congreso organizado por la Diputación de Valladolid en colaboración con otras entidades, y que se prolongará hasta el jueves.

Alvar comentó que en el pasado se habían barajado tres focos para "nivelar el idioma", que eran Madrid, México y Buenos Aires. Pero a renglón seguido aclaró: "Afortunadamente, hay muchos más focos de difusión del español". Después de proclamar que "no hay nada más falso que el español en conserva de las películas dobladas, porque es una lengua inexpresiva", Manuel Alvar emplazó a los medios de comunicación a que "no utilicen una lengua aséptica, sino culta".

Por su parte, Juan M. Lope Blanch, del Colegio de México y experto también en geografía lingüística del español, calificó en su intervención de "complejo e interesante" el contacto que había tenido el castellano con los idiomas amerindios a lo largo de los últimos cinco siglos. Describió este lingüista un recorrido por el proceso todavía inconcluso de implantación del español en América. "Son hoy millones todavía los amerindios", explicó, "que han mantenido sus idiomas de origen, algunos tan extendidos como el quechua, el maya o el náhuatl". La influencia de estas lenguas ha sido, a juicio de Juan M. Lope Blanch, relevante en el léxico, es decir, en la aportación de vocabulario, pero poco determinante en la morfosintaxis y en la estructura del idioma.

Las llamadas lenguas antillanas, hoy prácticamente desaparecidas, fueron las que más préstamos lingüísticos cedieron al español porque sus hablantes fueron los primeros que entraron en contacto con los conquistadores. Palabras como canoa, maíz, tabaco, cacique o piragua proceden de las primeras décadas de convivencia entre los españoles, que no conocían ni esos objetos ni alimentos ni instituciones, y los habitantes de las islas del Caribe a lo largo del siglo XVI.

Al tiempo que dejó bien claro que existen españolismos igual que hay argentinismos o mexicanismos, mostró su preocupación por el desvalimiento de los hispanos en el sur de Estados Unidos, obligados a una enseñanza hegemónica en inglés y carentes de un modelo lingüístico en español.

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