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Protocolos

JAIME ESQUEMBRE El ministro de Fomento, Rafael Arias Salgado, se paseó ayer por territorio valenciano emulando a Papa Noel: con las alforjas llenas. Acompañado por Eduardo Zaplana, el enviado de Aznar recorrió las tres provincias para firmar protocolos de inversión de miles de millones de pesetas para infraestructuras públicas. Carreteras, túneles, autovías, vías parque, circunvalaciones y trenes de alta velocidad completaban una lista de obras que, dicen, nos situarán a la cabeza de comunicaciones terrestres en el arco mediterráneo. Claro que la cosa, ayer, quedó en la firma de convenios con la Generalitat, que también se compromete a rascarse el bolsillo para comunicarnos más y mejor. Eso es lo malo. Se trata de simples protocolos, a los que luego deberán seguir proyectos, planes de financiación, contratación, ejecución e inauguración. Calculen ustedes un par de lustros para ver algo en claro, si es que los protocolos de intención no acaban donde otros muchos, que de eso por aquí sabemos mucho. En Alicante, por ejemplo, se firmó no hace tanto un protocolo para construir una torre de comunicaciones diseñada por Calatrava, otro para desarrollar un invento llamado Triángulo Alicante-Elche-Santa Pola, otro para la rehabilitación integral del casco antiguo, y no olvidemos el suscrito para la reorganización y adecentamiento de la fachada litoral. Premeditadamente he dejado para el final los documentos firmados para la construcción del complejo cultural de Campoamor, padre de todos los protocolos porque se firmó hasta tres veces. Fue hace más de una década cuando se presentó por primera vez el proyecto. Dos años más tarde se repitió la ceremonia, y hubo una tercera ocasión en periodo electoral, cuando ya el personal se desternillaba de risa cada vez que contemplaba la maqueta, algo deteriorada con el paso del tiempo pese a las restauraciones. Los políticos dicen que aquellos convenios no se desarrollaron porque cambió el color del partido en el poder. Si en el año 2008 el PP no gobierna, nos dirán lo mismo cuando recordemos los protocolos de ayer.

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