El IVAM descubre el "Chillida esencial"

"Elogio del hierro" reúne obras de 1946 a 1962 del escultor jamás exhibidas en España

Eduardo Chillida empezó a vender esculturas en la galería Maeght de París cuando apenas era conocido en España, de tal forma que muchas de sus obras del periodo central de su producción en hierro jamás se han exhibido en su país. El IVAM inauguró ayer la gran exposición Elogio del hierro con el propósito de descubrir el "Chillida esencial", según expresión del director del museo valenciano, Juan Manuel Bonet. El escultor fue también noticia al alcanzarse ayer un acuerdo político en Canarias que desbloquea el que considera el gran proyecto de su vida: la montaña de Tindaya.

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Eduardo Chillida empezó a vender esculturas en la galería Maeght de París cuando apenas era conocido en España, de tal forma que muchas de sus obras del periodo central de su producción en hierro jamás se han exhibido en su país. El IVAM inauguró ayer la gran exposición Elogio del hierro con el propósito de descubrir el "Chillida esencial", según expresión del director del museo valenciano, Juan Manuel Bonet. El escultor fue también noticia al alcanzarse ayer un acuerdo político en Canarias que desbloquea el que considera el gran proyecto de su vida: la montaña de Tindaya.

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Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924) no pudo asistir a la inauguración de la muestra del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) al encontrarse enfermo. No pudo, pues, observar el inusual y sugerente espacio creado en el museo al convivir, con escasos metros de separación, la exposición dedicada al artista vasco con la colección permanente de Julio González. Se trata de dos de los escultores más importantes del siglo, de planteamientos diferentes, pero relacionados entre sí. No en vano, la obra desarollada en la primera mitad del siglo por González influyó de forma acusada sobre los primeros trabajos en hierro llevados a cabo por Chillida.El escultor vasco visitará la exposición en cuanto pueda, comentó su mujer, Pilar Belzunce, quien dijo estar muy emocionada por la presencia de numerosas esculturas dispersas desde hace años por colecciones públicas y privadas de Europa y América y que no han tenido la oportunidad de mostrarse en España. "Se vendía todo y nosotros estábamos encantados porque íbamos creciendo en hijas", apuntó Belzunce, madre de ocho hijos.

La primera y durante mucho tiempo única exposición individual de Chillida en España se celebró en la Librería Clan de Madrid en el año 1954. Fue uno de los muchos recuerdos que aportó del periodo al que atiende la exposición Belzunce, quien proporcionó de manera vívida algunas de la claves de la trayectoria artística de Chillida.

Las más de 40 esculturas, de pequeño y mediano tamaño y de hierro, madera y alabastro, están ordenadas por bloques cronológicos y temáticos, según explicó el comsiario de la exposición, Kosme de Barañano. El primero recoge la estancia en París del artista desde 1946 a 1950 y su tendencia figurativa; el segundo, de 1951 a 1954, corresponde a su traslado al estudio de Hernani, al descubrimiento de la forja y del atractivo de los aperos de labranza y al inicio de sus obras relacionadas con la música; el periodo de 1954 a 1959 comprende la producción durante su estancia en el estudio de San Sebastián y la elaboración de su Yunques de sueños; en el último bloque, hasta 1962, cierra la etapa del hierro, pasa a trabajar materiales como el alabastro, realiza un homaneaje a Kandinsky y se relaciona con la arquitectura heterodoxa.

De Barañano resaltó la feliz idea del IVAM de utilizar una iluminación tamizada en las tres grandes salas del museo que recaen sobre la calle. Esto ayuda a destacar los perfiles y las superficies rugosas de las escultoras de hierro, material característico de la producción de Chillida a partir de mediados los años cincuenta.

Rumbo

Elogio del aire, Hierros de temblor, Yunques de sueños, Rumor sin límites, Espíritu de los pájaros, Música de las esferas, Estela funeraria y su primera escultura Torso de mujer, además de numerosos dibujos y bocetos son algunas de las obras expuestas en el IVAM, que ayer contempló con devoción Pilar Belzunce.La mujer unida al escultor desde la adolescencia de ambos relató cómo Chillida pasó uno de sus peores momentos cuando a principios de los cincuenta, instalado en su estudio a las afueras de París, sentía que "estaba acabado". Desconocía el rumbo a seguir: si su trabajo respondía a las influencias que recibía o a su fuero interno. "Pensé que teníamos que volver a casa para sacar su fuente de dentro", comentó Belzunce.

"Por Hendaya empezamos a percibir el olor a mar fuerte y la luz era cada vez más oscura", agregó, al tiempo que recordaba cómo se abrió el camino propio de Chillida cuando éste descubrió, una vez instalados en el estudio de Hernani, un taller de forja, lleno de hierros de labranza y cañerías, donde aprendió el oficio fuera de las horas de trabajo.

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