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FÚTBOL COPA DEL REY

EI Atlético supera el primer bautismo

El conjunto rojiblanco doblegó en dos minutos a un Betis que pagó su conformismo inicial

El Atlético superó el primer bautismo de fuego. Tenía enfrente una prueba arriesgada y sobre el equipo de Antic empezaron a sobrevolar incógnitas acerca de su supervivencia. Se jugaba mucho el Atlético en Sevilla. En primer lugar estaba en juego la Copa, pero también su capacidad de respuesta a la hora de la verdad. Lo suyo fue una demostración de poder, un aviso para navegantes, una exhibición reservada a quienes tienen la pasta de los campeones. La lectura final del episodio copero de octavos es que el equipo de Antic se acaba de vestir de héroe, lo que le faltaba para saberse capaz de todo. Fue a Sevilla a jugarse la vida y salió vivo. Llegó malherido y salió sano y salvo, repercutido hacia el éxito. Rubio Valdivieso tuvo algo que ver en la breve historia del Betis en la Copa.El Betis murió en la Copa sintiéndose ultrajado, porque su rival no sólo llevó a Villamarín toda la fe del mundo, sino también un buen puñado de ayudas: el árbitro medió al no expulsar a Molina en el minuto 3, al señalar un córner que no lo fue y que trajo el 0-1 y al escamotear un penalti como una casa sobre Alfonso. Los árbitros están empeñados en escribir parte de la leyenda de este renovado Atlético.El segundo episodio de éste capítulo copero estaba parcialmente escrito. El Betis partía con la ventaja invisible pero categórica de un gol de Pier en la ida; un gol que valía un potosí. Así las cosas, el Betis se trabajó una vuelta de su gusto. Serra Ferrer pertechó su portería con el criterio de un experto en la construcción de empalizadas. Esperó al Atlético tomándole distancias y se aprestó a fulminarlo a golpe de asechanzas. No hay muchas recetas para desmontar una emboscada. Pero Radomir Antic conocía el guión y aplicó su antídoto.

El partido, que nació viciado con el 1-1 del Calderón, dio un viraje repentino en el minuto 25: en un santiamén el Atlético se las arregló para poner el pleito imposible para los verdiblancos: marcaron Geli y Penev. Antes, el Betis, echado atrás, tuvo a tiro al Atlético en varias situaciones de jaque mate. Antic había adelantado la defensa hasta el precipicio y, entre Alfonso y Cañas, estuvieron a punto de dinamitar la eliminatoria bien temprano. La más clara, una de Cañas, fue atajada por Molina con las manos. Nada extraño si no hubiera estado fuera de su área. El partido fue otro. Desde el minuto 3 el Atlético conservaba, sin merecerlo, el mismo número de hombres que el Betis sobre la cancha. Hasta que Geli apareció, los rojiblancos vivieron al borde del infarto. El Betis tenía la estrategia de su lado y el Atlético no existió hasta el 0-1, un gol, por cierto, que llegó en un comer que nunca lo fue.

El partido dio la vuelta de sopetón, al son que impusieron los golpes de Geli y Penev. Los colchoneros invadieron a solas los terrenos de Jaro como antes los hicieron los béticos. El Betis estaba sonado. Su partido ideal estaba ya al otro lado. Lo había prendido el Atlético: cerrojo y traición. Tres goles necesitaba el Betis. Sacó bravura y orgullo. El público siempre pensó que aquello fue un ultraje y los jugadores también. Pero su espíritu se fue diluyendo.

De los vestuarios salió un Betis enloquecido. El Atlético mostró, síntomas de aburguesamiento y encajó un golpetazo a las primeras de cambio: Sabas estrechó el marcador con un gol idéntico al de Geli, pero de cabeza. Hasta dio la sensación que que aquello no estaba tan resuelto después de que Penev garabatease toda la pizarra de Serra Ferrer.

Los verdiblancos se empeña ron en escribir un libro de cabellarías, con Sabas como héroe. A la contra, el Atlético sacó los puñales, pero el Betis ya había descontado que lo suyo sólo saldría adelante en plan suicidio.

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