La inversión en las nubes

Sólo la lluvia puede detener la cuenta atrás para los frutales y la industria auxiliar de Murcia

Hace unos años, muchos pueblos murcianos tenían que sacar la Virgen dos veces en la misma semana: una para que lloviera, y otra para que dejara de llover. La segunda ya no hace falta nunca. "Ahora cambian de patrono cada cuanto", explica el presidente del Sindicato de Regantes del Trasvase, José Joaquín García Yelo, "y a más de un santo lo han tenido que tirar al río". Irreverencia donde las haya, si se tiene en cuenta cómo está el río de seco.De la sequía se lleva hablando en Murcia desde tiempos de los romanos, que se sepa, pero lo del último trienio ha sido de lo que no está escrito en...

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Hace unos años, muchos pueblos murcianos tenían que sacar la Virgen dos veces en la misma semana: una para que lloviera, y otra para que dejara de llover. La segunda ya no hace falta nunca. "Ahora cambian de patrono cada cuanto", explica el presidente del Sindicato de Regantes del Trasvase, José Joaquín García Yelo, "y a más de un santo lo han tenido que tirar al río". Irreverencia donde las haya, si se tiene en cuenta cómo está el río de seco.De la sequía se lleva hablando en Murcia desde tiempos de los romanos, que se sepa, pero lo del último trienio ha sido de lo que no está escrito en ningún libro. "El año pasado, el régimen de lluvias fue similar al del Sáhara", asegura el presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura, Juán José Parrilla. Este verano, Murcia puede perder no ya la cosecha, sino sus activos fijos más preciados: los propios árboles.

Si no llueve de aquí al verano, las 80.000 hectáreas de frutales y cítricos de la región quedarán mermadas. Se pueden perder 30.000 hectáreas, según los cálculos más optimistas, y más, del doble de esa cifra, según los más sombríos. Perder un árbol significa perder cinco años de trabajo: el tiempo que tarda uno nuevo en ser completamente productivo.

Cinco años pagando su riego, su abono, su desinsectado y los jornales de quienes hacen todas esas cosas. En total, unos tres millones de pesetas por hectárea. De aquí al verano, Murcia puede haber perdido entre 100.000 y 200.000 millones de pesetas en árboles. El precio de la lluvia.Pero la cosa no, acaba ahí.

"Si dejamos de regar, aquí cierra hasta El Corte Inglés", sentencia García Yelo, en referencia, a la fuerte dependencia que vincula los regadíos con el resto de la actividad económica murciana. Desde las fábricas de abonos hasta las industrias conserveras, pasando por las empresas de embalajes y las flotas de camiones frigoríficos, todo acaba dependiendo de lo único con lo que no se puede contar: el agua.

Considerando estas industrias auxiliares y los costes en pérdidas de puestos de trabajó, la Consejería de Agricultura de a Región de Murcia estima que a sequía puede costar esta temporada más de 400.000 millones e pesetas. La cifra deja pequeñas las pérdidas que Murcia ha sufrido por la falta de agua desde 1992, que ascienden a unos 80.000 millones de pesetas, según los cálculos de Alfonso Gálvez, presidente de la Junta de Hacendados y concejal por el Partido Popular.

¿Qué se puede hacer a estas alturas? "Poco", dice Parrilla. "Nada" dice Gálvez. "Rezar para que llueva", dice García Yelo. "Lo que se puede hacer ya se hace" asegura el consejero de Agricultura de la Región de Murcia, Antonio León: acelerar la implantación de regadíos por goteo (aunque el 40% ya lo son), modernizar los sistemas de riego (aunque muchos ya usan hasta ordenadores), construir más plantas de desalinización de aguas subterráneas y reutilizar las aguas residuales. Pero el caso es que la eficacia del riego ya es muy alta en la región. "Aquí, una gota de agua que caiga, la metemos en las tuberías" asegura Gálvez. El problema es que la gota no cae.

Con sólo el 2,3% de la superficie cultivada, Murcia da cuenta del 12% de las exportaciones agroalimentarias españolas. "La región rentabiliza su capital climático" señala Antonio León. Un capital consistente en un sol incesante y una proximidad al mar que garantiza la ausencia de heladas. La región compensa la escasez de agua con un, aprovechamiento óptimo de la que hay, gastando sólo 5.000 metros cúbicos por hectárea y año.Por poner una comparación, García Yelo recuerda que la zona de Aranjuez gasta cinco veces esa cifra, y remacha: "Si nosotros usáramos eso, en vez de plantas nos saldrían ranas".

Agua pasada

Santos desbarrancados aparte, se hace difícil encontrar un culpable creíble de la racanería que muestran las nubes un año tras otro. Pero el presidente del Sindicato de Regantes, José Joaquín García Yelo, no vacila en señalar que la actual crisis podría haberse evitado si el Trasvase Tajo-Segura se hubiera gestionado racionalmente desde que entró en funcionamiento en el año 1979.El pantano de Entrepeñas-Buendía no ha podido trasvasar a la cuenca del Segura m una sola gota para riego esta temporada.

"Ahora sólo tiene 300 hectómetros cúbicos", señala Garcia Yelo, pero tendría 800 si no se hubieran desembalsado tantos excedentes en años anteriores". Esa cantidad sería suficiente para alejar de Murcia los riesgos actuales. "Si ni el Trasvase Tajo-Segura se gestiona bien" concluye García Yelo, "el Plan Hidrológico Nacional es cosa de locos".

Paradójicamente, algunos responsables señalan a la eficacia de la red de distribución murciana como Úno de los culpables de la falta de conciencia sobre la escasez de agua que padece la región. A diferencia de otras ciudades de la España seca, Murcia no sufre jamás restricciones en el abastecimiento de agua potable a su capital.

El presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura, Juan José Parrilla, recuerda que el. Ebro tiró el año pasado al mar 8.000 hectómetros cúbicos de agua, y que tan sólo 100 o 150 de ellos -una semana de su excedente- serían suficientes para paliar la actual situación de emergencia. Pero, tal y como señala el presidente de la Junta de Hacendados, Alfonso Gálvez, "ese agua ya no mueve molino".

Si los molinos han de moverse en el futuro, la gran asignatura pendiente en la actualidad es el Plan Hidrológico Nacional, cuyo estancamiento "es un problema de sensibilidad" según Parrilla, "de falta de conocimiento de lo que se mueve alrededor del agua".

Las razones para sacar adelante el plan las resume Gálvez así: "Los principales consumidores de agua en España no son los agricultores: son las desembocaduras de los ríos".

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