Cartas al director

Religiosos asesinados

Hace unos días, EL PAÍS ha publicado un artículo -sumamente interesante- de Juan J. Aznárez sobre la manifiesta complicidad de una gran parte de la jerarquía católica argentina con el Ejército de este país durante la represión desatada en los años de la llamada guerra sucia -de 1976 a 1983-. Evidentemente, hubo una parte de la Iglesia argentina, representada por sus altas instancias, que fue cómplice de la tortura, el asesinato y la desaparición de miles de argentinos, y que dio un testimonio absolutamente antievangélico. Pero igualmente hubo otro sector de la misma Iglesia, que por querer ser...

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Hace unos días, EL PAÍS ha publicado un artículo -sumamente interesante- de Juan J. Aznárez sobre la manifiesta complicidad de una gran parte de la jerarquía católica argentina con el Ejército de este país durante la represión desatada en los años de la llamada guerra sucia -de 1976 a 1983-. Evidentemente, hubo una parte de la Iglesia argentina, representada por sus altas instancias, que fue cómplice de la tortura, el asesinato y la desaparición de miles de argentinos, y que dio un testimonio absolutamente antievangélico. Pero igualmente hubo otro sector de la misma Iglesia, que por querer ser fiel al mensaje de Jesús de Nazaret, y hacer realidad la opción por los pobres, los marginados y los oprimidos, se enfrentó directamente a la barbarie de los Videla y compañía, y pagó por ello un alto precio.Además de las muertes accidentales de los obispos Angelelli y Ponce de León durante la dictadura, fueron asesinados 11 religiosos -entre ellos, dos monjas francesas-, y cuatro están aún desaparecidos, y más de un centenar tuvieron que exiliarse. Casi todos los asesinados eran miembros del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo-.

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