El Leganés aplica la "receta Salinas"
Íñigo, de juego similar al delantero del Depor, salvó un punto en el último minuto
Desde que Íñigo pisó el césped del Municipal de Leganés, a principios de temporada, el público local le comparó con Julio Salinas. Su físico (largo, con unas inmensas extremidades inferiores) y su juego (trastabillado, aparatoso, pero muy efectivo ante al gol) le hacen ser un replicante del delantero del Deportivo.
Y ayer, Julio Salinas estaba muy presente en Leganés. Porque en las mañanas del Municipal, el primer tema de conversación es la jornada futbolera del sábado. "Cómo se la jugó Salinas a Cruyff", decían los aficionados mientras engullían el clásico bocadillo de panceta y recordaban el gol del delantero del Deportivo en el último segundo al Barcelona (1-1). Metidos en faena, cuando Osasuna amenazaba con dejar dos negativos en el Municipal se anunció la salida de Íñigo.
Un pitoniso clamó: "Salinas va a decidir el partido". Y así fue. Cuando el reloj se consumía, Íñigo se encontró con un balón en el área pequeña, zarandeó su inmenso cuerpo y se sacó un zapatazo, nadie sabe muy bien de dónde, que encontró la escuadra de Roberto. Un puntito que se queda en Leganés aplicando la receta Salinas.
La pasión de los últimos minutos salvó un choque gris. Los aficionados locales y los 200 aguerridos seguidores de Osasuna se lo pasaron en grande con el árbitro, Puentes Leira. Poco antes de concluir el primer tiempo, el osasunista Salva le propinó un balonazo en el estómago que le dobló. Se retiró Puentes pálido, con la ayuda de sus auxiliares.
No quedó allí el tiro al árbitro. Cuando Puentes se disponía a pitar el final del partido, quiso estar tan encima de una jugada que el balón impactó violentamente en su cara. Dio un paso atrás, otro adelante, y al suelo. Entre la carcajada general alguien gritó: "Se ha tragado el pito". No fue para tanto. Aunque un poco atolondrado, Puentes logró pitar el final, y todos contentos. Osasuna, porque hizo un partido pésimo y se llevó un punto; el Leganés, porque también jugó mal y evitó la catástrofe en el último minuto, y el árbitro, porque su labor de sparring podía acabar en urgencias.
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