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GOLF: MATCHPLAY DE WENTWORTH

Olazábal cae también ante Ernie Els

José María Olazábal, el hombre de las certidumbres, puede que se sienta poco afectado, pero su derrota ayer en semifinales del Torneo Matchplay de Wentworth (Inglaterra) ante el golfista surafricano Ernie Els estuvo preñada de simbolismos. El ganador del Masters (Olazábal) cayó ante el vencedor de otro de los grandes. Ambos se disputaban el oficioso título de mejor joven del año después de que Els, de 24 años, acabara la víspera con las ilusiones de Severiano Ballesteros. El escocés Colin Montgomerie, que eliminó a Vijay Singh, disputará hoy la final a Els.

La segunda tanda de 18 hoyos (el torneo se disputa a 36) fue terrible para la maltrecha cadera izquierda de Olazábal. El jugador de Hondarribia (Guipúzcoa) había desplegado por la mañana toda su consistencia. Un juego seguro, aunque falto de espectacularidad, que le permitió terminar la mañana con una ventaja de dos golpes sobre un errático Els."Ahora, al fisioterapeuta, a cuidarme la cadera", dijo Olazábal al mediodía. El fatalismo empezaba a derrotarle. Veía como la capacidad que le había permitido asegurar birdies en tres de los cuatro hoyos de par 5 empezaba a esfumarse. Enfrente tenía a un jugador brillante que solía caer víctima de la presión, pero que lanzaba un mensaje de optimismo, del tipo de perdidos al río. "¿Qué puedo decir de como he jugado? Patéticamente", decía filosóficamente el surafricano, que había encadenado tres bogeys en la ronda matinal después de visitar seis veces los búnkeres.

Así, por la tarde, después de que Olazábal lograra una venta ja de cuatro golpes, el surafricano comenzó su recital de maravillas: recuperó rápidamente los cuatro- hoyos de desventaja mientras Olazábal, dolorido, comenzaba a añadir borrones a su juego regular y aburrido. Y ya, antes de los hoyos decisivos, Els se puso por delante. Un hoyo de ventaja que le permitió. jugar a asegurar mientras Olazábal daba muestras de cansancio y fatalismo. Y todo para arrojar la toalla en el hoyo 17, par 5. Fue una re tirada típica. Su segundo golpe iba directo a la maleza, pero una serie de botes afortunados depositaron la bola a pocos metros del,green. Y en lugar de aprovecharse de la suerte, el vasco se dejó llevar por el desánimo y ni siquiera tocó green con su tercero: había visto como el segundo golpe de su rival caía limpiamente en el green con un birdie ya regalado.

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