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Entrevista:

"Aznar no tiene prisa"

A los 52 años, Rafael Arias Salgado, diplomático, ocupa un escaño en el Congreso y un lugar discreto en el entorno de Aznar, excepto durante las campañas electorales, cuando prácticamente se convierte en su sombra. Ocupó tres carteras ministeriales con Suárez, después de actuar durante el franquismo como agitador intelectual en Cuadernos para el diálogo, en cuyas páginas escribió decenas de editoriales políticos.Pregunta. Hace menos de dos años militaba en el CDS y ahora en el PP: ¿Cómo fue el viaje del centro a la derecha?

Respuesta. Yo sigo haciendo el mismo discurso político. En mis conversaciones previas con Aznar lo que me transmitió fue que su proyecto era una clara directa y decidida apertura hacia el centro y en su estrategia estaba recoger toda la herencia de UCD y la que pueda del CDS. Creo que lo ha conseguido. Aznar es heredero directo de Manuel Fraga, pero también, al mismo tiempo, heredero objetivo de Adolfo Suárez. Lo que hoy representa en la vida política el PP es lo que representó en su momento UCD, objetivamente hablando.

P. Empezó en un partido que se titulaba. sócialdemócrata y acaba en el centro-derecha. ¿Cuál es el hilo conductor?

R. Siempre he pensado que personas como yo teníamos a obligación de contribuir a a organización de las fuerzas moderadas no socialistas en España, de modo que sectores más duros de la derecha pudieran ser encauzados hacia posiciones democráticas, reformistas y abiertas. Era un reto. Nunca había logrado el centro-derecha gobernar ganando unas elecciones libres. En un plano más directamente ideológico, yo soy bastante estatista. Azaña decía una cosa muy profunda: "En España cuando no hay Estado hay tribu". Sólo desde el Estado, tradicionalmente, se han podido hacer en España ciertas reformas.

P. Su participación en el PP ¿no significa un fracaso de la idea de centro con autonomía, con capacidad de tomar sus propias decisiones?

R. Lo que ha fracasado es el CDS como organización del centro político, a mi juicio por falta de visión. El CDS debería haberse propuesto contribuir a formar lo que en aquellos momentos faltaba, una alternativa. Lo fundamental está hoy recogido en el proyecto del PP, que sí es alternativa.

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P. Pero su caso es una excepción. La mayor parte de la organización del CDS no ha desembocado en el PP.

R. No he hecho ninguna contabilidad, pero hay muchísima gente del Centro Democrático y Social en el PP; muchísimos concejales, presidentes de comités locales. Una buena parte del CDS, no sólo los electores, también los cuadros, está hoy en el PP.

P. ¿Sueña con un PP en el que esté, por ejemplo, Adolfo Suárez?

R. No puedo sustituir su opinión personal, pero sería difícil para Suárez decir 'no' al programa que el PP presentará en las próximas elecciones generales. El alineamiento del PP con lo que representa Suárez en nuestra historia, al margen de lo que pueda ser su evolución personal, está ya conseguido. Su herencia la recoge fundamentalmente el PP, es un hecho objetivo.

P. Da la impresión de que el PP ha conseguido removilizar sectores centristas, pero no disputar al PSOE ese electorado intermedio que logró atraer en 1982. ¿Esa tarea empieza ahora?

R. Yo creo que empezó en las elecciones de junio del año pasado. De acuerdo con los sociólogos, ahí se inició el trasvase de votos, cuando el PP alcanzó los ocho millones. Antes, la estrategia de apertura al centro podía ser objeto de una decisión política, pero hoy es una exigencia de la propia base social. Con ocho millones de votos un partido abarca todo tipo de sectores y gamas. La base se ha ampliado y ha cambiado de naturaleza. El PP ya no es el partido de la derecha, sino claramente un partido de centro-derecha, hablando en términos sociológicos, además de programáticos.

P. Tras la victoria del PSOE en las generales y la del PP en las europeas, ¿qué nos espera en los próximos meses? ¿Un bloqueo?

R. La opinión pública la reflejan las elecciones del 12 de junio. Puede haber diversas interpretaciones, todas razonables menos una, la que sostiene que los españoles se han limitado a rechazar la política europea de Felipe González. La pregunta que debería hacerse González es si un Gobierno como el actual contribuye a facilitar la recuperación de la confianza y la recuperación económica, o es, por el contrario, un elemento negativo que obstaculiza una mayor y más intensa recuperación. Parece que ha decidido continuar. Creo que eso está causando ya un daño objetivo a la marcha del país.

P. Aznar pidió el adelanto de las generales sin demasiado convencimiento. ¿A ustedes les interesa más el adelanto o intentar ganar antes las municipales y autonómicas e ir a las generales con poderes intermedios consolidados?

R. Aznar no tiene prisa, su estrategia es que el proceso madure. Mientras más se estire esta situación, más clara va a ser la victoria del PP.

P. ¿Si pasan unos meses, su objetivo va a ser la mayoría absoluta?

R. Todo partido aspira a gobernar en solitario. Lo que nos aconseja no tener prisa es que las posibilidades de mayoría absoluta aumentan mientras se estire una situación de deterioro para el, Partido Socialista.

P. ¿Cómo se explica el enfrentamiento permanente con un partido de afinidad ideológica como CiU? ¿Si ustedes gobernaran sin mayoría absoluta, qué cambiaría en el pacto con los nacionalistas catalanes?

R. Nosotros criticamos la estrategia de CiU de apoyar al Gobierno mediante acuerdos que no son explícitos. Todos los pactos son legítimos, con la condición de que sean transparentes. La falta de transparencia es lo que criticamos. Si los acuerdos y la negociaciones no son transparentes, cabe pensar que se está obteniendo beneficio de la debilidad del Gobierno. Y puesto que hablamos de nacionalistas, nuestra prioridad sería fijar el perfil definitivo del Estado de las autonomías. Hay que saber hasta donde llega el desarrollo autonómico. La Constitución tiene un límite, aunque a lo mejor en algunas cosas haya que reformarla. Hay que tener un Estado de las autonomías que sea primero Estado, y luego que funcione. Eso debemos hacerlo como la Constitución, con consenso, y no es posible dejar al margen a los nacionalistas.

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