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CUARTOS DE FINAL DE LA COPA DEL REY

El Madrid aguantó con firmeza en Mestalla

Santiago Segurola

El Madrid aguantó con firmeza en Mestalla. Se defendió con vigor, desarmó a los mejores jugadores del Valencia y tuvo la dosis de carácter que le había faltado en los últimos partidos. No flaqueó en ningún momen to, ni cuando Hiddink decidió resolver el partido por la vía aérea: con Rommel, Penev y toda la tropa de cabeceadores del Valencia.El equipo de Beenhakker tuvo más ánimo que juego, aunque su fútbol creció en la segunda parte. Se defendió con solidez y siempre estuvo metido en el partido. Un jugador fue más lejos y dictó un curso de habilidad defensiva Fue Ricardo Rocha, que mezcló potencia, clase e intuición en todas sus intercepciones. Su esfuerzo coronó la eficaz cobertura que hizo el Madrid del resultado.Pero de alguna manera Ro cha tambipn representó los problemas del equipo: buena defensa, deficiente creación de fútbol. Es una complicación que Beenhakker ha intensificado desde su retorno. Beenhakker mezcla churras con merinas y así no hay forma de conseguir una identidad para el equipo. El medio campo re presenta todas las contradieciones del Madrid. Michel, Hagi y Hierro provienen cada uno de, escuelas muy diferentes. Y ninguno es complementario del otro. La colaboración de los laterales ensucia todavía más la construcción de juego.

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La ausencia de Milla

La ausencia de Milla en este contexto es inexplicable. Beenhakker no le quiere porque es un futbolista con una tendencia demasiado horizontal en- su juego. Milla es sin duda un futbolista limitado, pero da equilibrio. Desde su posición de medio centro asegura la pelota y el rigor táctico. Su presencia en la cancha tiene el valor añadido de la devolución de Michel a la banda derecha, donde ahora reside Villarroya, una garantía de confusión.

Durante el primer tiempo, el Madrid tuvo un serio conflicto con la pelota. A la recuperación del balón seguía una débil producción de juego. El fútbol madridista se hacía muy fragmentario por las pérdidas en el pase,,un aspecto cada vez más común en este Madrid. No extrañó a nadie que las dos grandes oportunidades del Valencia llegaran en el primer periodo por errores de Hagi y Llorente con la pelota. Una pérdida del jugador rumano propició una apertura del juego a la izquierda, el centro de Tomás y la volea final de Eloy, con la defensa del Madrid fuera de sitio. El error de Llorente acabó en un disparo muy duro de Fernando, que salvó con dificultad Paco Buyo.

En el segundo tiempo, mejoró un tanto la capacidad de llegada del Madrid. El Valencia daba muestras de flaqueza. Fernando, un jugador excelente, se perdió en la cancha, en medio de un ritmo general que el valencianista no entendía; Roberto se descubrió de nuevo como un futbolista sin capacidad para desequilibrar los partidos. Y a Leonardo comenzó a faltarle aire. En ese momento, el Madrid progresó y comenzó a encontrar la vías de penetración que antes tenía cerradas. Mediada la segunda parte, apareció toda la calidad de Michel. Pese a jugar fuera de su sitio natural, Michel intuyó que el partido era para su equipo. Cuando Michel tomó posesión de la cancha, el juego madridista fue más dulce y mejor elaborado.

Ocasiones

La lesión de Hagi añadió el factor de sensatez que faltaba. Hagi había tomado demasiadas decisiones drásticas en el segundo tiempo, casi todas incomprensibles: tiros en lugar de pases, pases en lugar de tiros y regates en lugar de carreras. Su ausencia provocó que el medio campo y Butragueño pudieran conectarse, después de un divorcio de una hora. Fue entonces cuando le faltó al Madrid instinto, o le sobraron agilidad y reflejos a Sempere. En dos ocasiones, Llorente y Butragueño tuvieron el gol a su alcance: solos, en el área pequeña y con el balón bien controlado. Sus remates fueron interceptados por el portero valencianista, ante el asombro de todos. Fueron unas concesiones muy peligrosasen un partido que discurría en el filo de la navaja. Hiddink lo entendió así: metió a Rommel y ordenó que comenzara a volar la pelota sobre el área de Buyo.

La eliminatoria quedaba a expensas de cualquier rechace o cabezazo. Ésta del juego aéreo es una vieja debilidad del Real Madrid, pero en el campo de Mestalla el equipo de Leo Beenhakker mantuvo el vigor defensivo hasta el final del partido.

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