SALÓN LIBER 91

La batalla pendiente del libro

El elevado número de novedades y las grandes superficies condicionan el sector de la distribución en España

XAVIER MORET "Una de las batallas pendientes del sector del libro, quizá la próxima, es la de la distribución", comenta Daniel Fernández, director literario de Grijalbo. Y es que el mundo del libro en España se mueve. Hace años que se habla de cambios inminentes en el sector editorial y' de hecho, el mercado ya se ha visto alterado por el desembarco de las multinacionales y alguna que otra concentración editorial, pero en lo que todos los implicados coinciden es en que el gran cambio, el que impone la modernización, está aún por llegar. De momento, entre los nuevos datos a tener en cuenta -y a...

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XAVIER MORET "Una de las batallas pendientes del sector del libro, quizá la próxima, es la de la distribución", comenta Daniel Fernández, director literario de Grijalbo. Y es que el mundo del libro en España se mueve. Hace años que se habla de cambios inminentes en el sector editorial y' de hecho, el mercado ya se ha visto alterado por el desembarco de las multinacionales y alguna que otra concentración editorial, pero en lo que todos los implicados coinciden es en que el gran cambio, el que impone la modernización, está aún por llegar. De momento, entre los nuevos datos a tener en cuenta -y ambos afectan a la distribución- hay que citar la consolidación de las grandes superficies y el exceso de novedades. La batalla de la que muchos hablan puede iniciarse por aquí.

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Ramón López, presidente del Gremio de Distribuidores y de Distribuciones de Enlace, es el primero en señalar que el mundo de la distribución ha cambiado en los últimos años en la medida que han cambiado los hábitos de' las librerías. "Cada vez hay más presión", afirma, "todas las editoriales quieren tener sus libros en las librerías y lo cierto es que cada vez duran menos tiempo expuestos". "En los últimos años", añade, "ha habido una mecanización y hay, por tanto, mejor servicio, más rapidez y más información disponible. Es la única manera de luchar ante la fuerte competencia que entre todos estamos creando".

Está fuerte competencia se origina, en buena parte, por la avalancha de novedades que las editoriales lanzan a un mercado que no parece capaz de absorberlas. Oriol Serrano, de la distribuidora barcelonesa Les Punxes, opina que, debido a la producción editorial, "no sólo el libro tiene una vida más corta, sino que, en muchos casos, no tiene vida. El librero, forzosamente, debe seleccionar y no puede dar, cabida a todo. Y por lo que se refiere a nosotros, nuestro trabajo consiste en intentar convencer al librero de que debe exponer la novedad el tiempo necesario para dar lugar a que aparezca en los medios de comunicación con la crítica de los especialistas y la promoción del editor".

Ramon López dice que el problema no se reduce sólo a la distribución, sino que implica también a librerías y editoriales. "Si no se modifica el criterio. de las librerías", indica, "es difícil cambiar el sistema de distribución. Y lo que ocurre en las librerías se debe a que las editoriales publican demasiados libros para un mercado que crece muy poco".

Exceso de producción

El exceso de producción es un punto en el que coinciden casi todos los afectados. "El pasado año", explica Daniel Fernández, "se publicaron unos 42.000 libros en España, con tiradas cortas y a precios caros. Es una situación irreal, ya que resulta que España es la cuarta potencia mundial en número de novedades, cuando el número de lectores es muy pequeño".

Para Javier Murga, de Distribuidora Itaca, "no hay duda que este exceso de libros complica el panorama, porque eleva desproporcionadamente los costes de distribución. El distribuidor sufre el problema, pero puede hacer muy poco mientras no se solucione el mercado editorial en conjunto". Miguel González, de Visor, es contundente al afirmar: "Hay una superproducción de libros". "Es evidente que, con tanta novedad, la pequeña librería no puede tener librería de fondo", opina Miguel García Piriz, director editorial de Planeta, "y esto condiciona la distribución". Esta actitud del librero ha obligado a Planeta a replantearse el servicio de novedades automático. "Antes", explica García Píiz, "se reponía todo automáticamente, y ahora, desde hace unos dos años, se decidió renovar en función del alto índice de devoluciones. Así, ahora hay librerías que sólo reciben los éxitos y otras en las que se repone todo".

El exceso de producción acaba provocando un espectacular aumento de las devoluciones y la acumulación de libros en los almacenes. En este sentido, algunos distribuidores apuntan que habría que ir hacia la limitación de devoluciones, como se hace en algunos países.

"El problema es que esta medida no se puede implantar unilateralmente, porque todo tiene relación con otros temas", apunta Murga. "Es problema de estructura global, un problema que implica a librerías, editoriales y distribuidoras. Ninguno por sí solo puede solucionar el poblema".

García Píriz señala: "Si las librerías tuvieran que vender en firme y sin derecho de devolución río habría ni una cuarta parte de las editoriales que hay. Como el librero cree que no arriesga nada, coge más de la cuenta y coge cosas que quizá no se adecúan al público de su barrio. Eso acelera el número de devoluciones enorme del sector". Algunas de estas devoluciones se reciclan, pero, en general, acaban por destruirse. "Hoy en día no se mantiene el libro en un almacén tanto tiempo como antes", explica García Píriz. "Los almacenes no son infinitos y, por tanto, se ha acortado el tiempo del libro en el almacén".

Otro factor que está provocando cambios en la distribución de libros es el de la aparición y consolidación de las llamadas grandes superficies, donde cada día se concentra más la venta de novedades. Las grandes superficies, a menudo, piden un trato comercial favorable y prefieren pactar directamente con la editorial al margen de los distribuidores. En este sentido puede decirse que la aparición de las grandes superficies ha modificado el mapa de la distribución porque tienden a pedidos centralizados.

Oriol Serrano afirma: "No es que los grandes espacios de venta se impongan, simplemente, y como en todo el mundo, dan fe de vida. Las ciudades también evolucionan y los centros comerciales se desplazan. Hemos de estar atentos a esta evolución y hacer llegar al lector lo que antes tenía en su entorno. De momento, la distribución en alguna de estas áreas -grandes superficies fuera de cascos urbanos- tiene algo complicado el sistema para hacer llegar los libros con facilidad. Pero creo que con el tiempo se solucionará".

Ramón López cree que los grandes espacios no han perjudicado a los librerías, sino que han creado nuevos hábitos de compra en gente que normalmente no entra en las librerías".

García Píriz recurre a las cifras para dejar constancia del, auge de las grandes superficies. "En l985", dice, las ventas en grandes espacios eran un 14,5%, mientras que en 1990 subieron a un 23,2%. Es decir, casi uno de cada cuatro libros se vende en grandes superficies. No hay duda que los grandes espacios han alterado la distribución".

Repartir las novedades

X. M. En el apartado de la distribución hay que distinguir dos bloques en España. De un lado están los grandes grupos -como Planeta o Plaza & Janés-, que cuentan con una red de distribución propia, apoyada por vendedores que hacen un seguimiento de las novedades; por otro, están las empresas distribuidoras más o menos locales que se encargan de cuantas editoriales con traten sus servicios. En medio, se encuentran distribuidoras, como Itaca o Distrimedia, que distribuyen los fondos de las editoriales a que están vinculadas y atienden además otras solicitudes.

Miguel García Píriz, director editorial de Planeta, explica que fue a principios de los años setenta cuando esta empresa decidió crear su propia distribuidora, con delegaciones en las principales ciudades. "Una vez creada una eficaz red de distribución", afirma, "se ha mantenido el criterio de que el libro llegue el mismo día a todas partes, para evitar protestas de libreros de poblaciones pequeñas y para poder controlar la marcha del libro con mayor precisión".

Para García Piriz, el sistema de apoyo al libro mediante vendedores propios "es algo que no pueden permitirse las editoriales pequeñas y medianas, ya que deben confiar sus libros a distribuidoras que, al tener que tratar con libros de distintas editoriales, no pueden prestar la misma atención a cada libro".

Desde el otro lado de la barrera, Miguel González, de Visor, considera que la distribuidora es en realidad el departamento comercial de las editoriales. Las grandes se lo montan ellos y las pequeñas, al juntarse varias editoriales, les sale más a cuenta". Las distribuidoras locales actúan en algunos casos de manera casi artesanal y llegan a reponer los libros de uno en uno en las librerías que los solicitan. En el sector es mayoritaria la opinión de que deberá avanzarse hacia una concentración, dificultada por las fuertes estructuras y elevados costos que requiere una inversión de este tipo.

Pero mientras las editoriales no lleguen a este extremo, hay quien comenta que debería al menos adecuarse más la oferta a la demanda y evitar caer en la avalancha de novedades que dificultan una prolongada estancia del libro en librerías.

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