Menem descalifica la indignación popular en Argentina por los indultos

El estilo de Menem es demoledor. El presidente argentino reapareció en Buenos Aires, después de casi cinco días, y consideró la reacción de la multitud que llenó la plaza de Mayo el pasado domingo para manifestarse con odio e ira contra los indultos concedidos a los responsables de crímenes de la guerra sucia como exclusiva de los ciudadanos de la capital federal: "En el interior del país casi nadie se movilizó", dijo Menem.

Las encuestas nacionales indican que más del 70% de los ciudadanos se oponía al perdón, pero Menem cree que el problema es de los porteños -como se llama a los ...

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El estilo de Menem es demoledor. El presidente argentino reapareció en Buenos Aires, después de casi cinco días, y consideró la reacción de la multitud que llenó la plaza de Mayo el pasado domingo para manifestarse con odio e ira contra los indultos concedidos a los responsables de crímenes de la guerra sucia como exclusiva de los ciudadanos de la capital federal: "En el interior del país casi nadie se movilizó", dijo Menem.

Las encuestas nacionales indican que más del 70% de los ciudadanos se oponía al perdón, pero Menem cree que el problema es de los porteños -como se llama a los nacidos en la capital del país- que, afirmó, "están mal acostumbrados".Para el presidente argentino, el indulto es "una decisión que tomé, y ya está". No quiere preguntas ni críticas ni declaraciones contrarias a la medida. Por el contrario, cuando es el ex dictador Jorge Videla el que insiste en exigir un "pleno desagravio" hacia las Fuerzas Armadas, entonces Menem comprende que "es el pueblo a través del Parlamento el que puede responder". Uno de sus asesores, el diputado líder de la derecha Álvaro Alsogaray, prepara un proyecto de ley que prevé la "reivindicación" esperada por los militares argentinos.

Ese proyecto seguramente será rechazado en ambas cámaras, pero entonces Menem podrá descargar la responsabilidad en un poder ajeno al Ejecutivo. El movimiento repite la jugada de la pena de muerte, que el presidente quiso incorporar al Código Penal. Su propuesta ni siquiera fue discutida por el Congreso y se vio obligado a retirarla, pero desde entonces recuerda que él sí lo quiso pero el Parlamento no.

En este año, una de las claves políticas será el duro pulso que va a sostener el Ejecutivo con el Legislativo. Al Gobierno se le ha partido en dos el bloque de diputados peronistas y, como consecuencia del indulto, ha dinamitado los puentes de diálogo que aún mantenía con el radicalismo, la principal oposición.

Menem, acostumbrado a gobernar por decreto, parece haber disfrutado de todos los beneficios de estado de gracia de su Gobierno. Entre septiembre y octubre debe afrontar la elección de gobernadores en las provincias y la renovación parcial de la Cámara de Diputados. Las encuestas indican que la imagen de Menem y de su Gobierno ha descendido al 40% en un año, a pesar de las expectativas favorables que aún recoge en particular la política económica.

El ministro de Economía, Antonio González, fue el único funcionario que admitió la "preocupación" que causaba en el Gobierno la reacción contraria en cadena desatada por los decretos de indulto.

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Para Menem, el ministro de Economía "está mal informado". El presidente dice: "Tal vez haya tres, cuatro o cinco millones de argentinos molestos con la medida, pero yo gobierno para más de 30 millones". En sus estadísticas caben niños, ancianos y más de nueve millones de ciudadanos que viven bajo el límite de la pobreza. Menem, molesto, irritado, tal vez sorprendido por el contenido de odio que llevaban los insultos lanzados contra él y por las reacciones críticas en todo el mundo que recogió la Pensa argentina, responde con desafío: "Pueden hacer todas las marchas que quieran".

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