Chang y Edberg, finalistas masculinos
Michael Chang (EE UU) y Stefan Edberg (Suecia) jugarán la final masculina del torneo de Roland Garros, que se disputará el próximo domingo (15.00 horas, TVE-2). Chang, que no entraba en ningún pronóstico, derrotó en la primera semifinal a Andrei Chesnokov (URSS) por 6-1, 5-7, 7-6 (74) y 7-5 en cuatro horas y cinco minutos. Edberg venció a Boris Becker (RFA) por 6-3, 6-4, 5-7, 3-6 y 6-2 en tres horas y 55 minutos. En la final está garantizado el contraste de estilos, ya que, mientras Chang es un especialista en el juego desde el fondo de la pista, Edberg, campeón en Wimbledon (1988) y en Australia (1985 y 1987), basa toda su eficia en la práctica constante del ataque.La mejor semifinal fue la segunda. Edberg, el jugador con el tenis más elegante del circuito, derrotó a Becker en un largo duelo a cinco sets en el que predominó el juego de saque y volea. Edberg, que ya venció a Becker en la final de Wimbledon de 1988, ganó las dos primeras mangas con facilidad, pero Becker, que se resistía a rendirse, logró las dos siguientes. Sin embargo, acabó por imponerse el estilo más natural de Edberg, el primer jugador atacante que llega a la final de París desde que John McEnroe (EE UU) perdió ante Ivan Lendl (Checoslovaquia) en 1984. "Siempre había dicho que yo podía ganar en Roland Garros sin cambiar mi estilo% dijo Edberg.
El más joven
Chang es el finalista más joven en la historia del torneo, con 17 años y poco más de tres meses y aspira a tomar el lejano relevo de Tony Trabert, en 1955, último ganador estadounidense en París. La semifinal entre Chang y Chesnokov no tuvo en realidad más atractivo que ver la clasificación del joven norteamericano. El juego fue soporífero, irritante en su aburrimiento. Ninguno de los dos jugadores apostó por el riesgo y el partido se hizo larguísimo. Chesnokov tuvo el triunfo en su raqueta cuando desperdició tres pelotas de set en la tercera manga, que acabó perdiendo en la muerte súbita.Chang, por una vez, no utilizó ninguna de sus tretas para presionar al rival, quizá porque era consciente de que no serviría de nada ante la frialdad de Chesnokov. El público, además, cambió totalmente e incluso silbó a Chang cuando éste protestó dos bolas dudosas. El debate iniciado a raíz de su quinto set ante Lendl ha aumentado las filas de los que piensan que Chang confunde la pista de tenis con el escenario de un teatro.Chang repitió ayer su mensaje religioso: "Jesucristo es quien controla mi vida; es él quien me lleva por este camino".
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