Aprenda a hacer la televisión
La serie La ley de Los Ángeles ha conseguido, por fin, un horario adecuado a su calidad e interés. Lamentablemente, muchos espectadores pueden sentirse despistados por el cambio y desconozcan la personalidad de los personajes. De todas formas el cambio es para mejorar y la responsabilidad del despiste debe pasar al historial de los programadores de TVE.Curiosamente, desde hace unas semanas, TVE inunda los diferentes medios y en particular sus propias emisiones con el mensaje tan aparentemente constructivo, como vacuo, de Aprenda a ver la televisión. La idea esconde un evidente aire de desafio, pues sirve de justificación para argumentar que los errores de programación, el mal g...
usto en el diseño de algunos espacios y la falta de imaginación para enganchar a la audiencia no obedecen a equivocaciones de los ejecutivos del medio, sino a la ausencia de formación del espectador, que no sabe ver la televisión.
Es posible que los telespectadores asiduos más expertos se hayan podido sentir molestos por la desconfianza en su capacidad y dañados en su imagen pública. Siguiendo el ejemplo de los clásicos telévisivos, habría que poner en manos del bufete de La ley de Los Ángeles la defensa del caso. Dado que es una causa desigual, si tenemos en cuenta el poder de los oponentes, el pragmático Brackinan hubiera propuesto que llevara el proceso el abogado Cifuentes, debido el carácter latino del litigio. Markowitz hubiera investigado posibles fraudes fiscales del Ente con el fin de contraatacar en todos los frentes y Kusak encontraría alguna brillante idea para conmover al jurado. Leland pararía las posibles presiones externas que intentaran alterar la limpieza del juicio.
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