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España, sin apenas medidas para evitar una catástrofe

Los presidentes de las federaciones de Fútbol y Baloncesto, así como los de las respectivas ligas profesionales y los senadores de la comisión que estudia la violencia en el deporte, coincidieron ayer en atribuir a razones sociológicas el origen del problema. Sin embargo, tras una reunión de tres horas, no se apreció que existan aún medidas preventivas suficientes para evitar lo que se llegó a denominar "un momento negro". Mientras los organismos parecieron exculparse con las razones más variadas -como que ya se sanciona a sus miembros o que la situación aún no es igual de grave que en otros países-, se llegó a acusar, insólitamente, a la Prensa y a la televisión por informar sobre todo ello. El senador Valverde, del CDS, dijo de esta última que "no tiene sentido pedagógico y sólo da goles".Ángel Villar, presidente de la Federación Española de Fútbol, aseguró:,"El fútbol no genera violencia. Es un fenómeno de la sociedad. Los dirigentes, con sus declaraciones, claro que colaboran a generarla, pero tenemos perfectamente tipificadas las sanciones y es suficiente".

Antonio Baró, presidente de la Liga Profesional de Fútbol, comenzó diciendo: "La diferencia de la violencia en España con respecto a otros sitios es que aquí se encuentra en estado embrionario y por eso estamos a tiempo de solucionarlo". Pero reconoció en una disquisición erudita: "El problema es la tensión reprimida de los espectadores y hay que mantenerla porque es fundamental para el fútbol. Lo que se debe corregir es su distorsión". Baró añadió que tenía documentación para aportar en una próxima comparecencia, lo que dentro de otras atinadas opiniones confirmó la provisionalidad en que se encuentra el tratamiento de la violencia en el deporte. Sin pagar "como buen catalán", dijo-, sí admitió una propuesta para premiar al fair-play.

Apenas se han tomado algunas medidas, y no generales, como separar a las hinchadas o controlar la venta de alcohol dentro de los campos. Pedro Sust, presidente del baloncesto, habló de esas experiencias, pero reconoció que no existe suficiente control de las entradas para evitar, por ejemplo, la introducción de bebidas y objetos. Se refirió a los dobles controles de Seúl, algo impensable aquí. Baró, precisamente, admitió la imposibilidad de identificar a los ultras, que podrán entrar siempre por distintos métodos.

El problema de los hinchas violentos sigue sin solución, como tampoco quedó claro el de los voluntarios para guardar el orden. En baloncesto, con menos espectadores, puede funcionar, pero la responsabilidad, como en todos los casos fuera de los estadios, se deja sobre la policía.

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