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BALONCESTO / SERIE A-1

Estudiantes también ganó al Ram Joventut

Luis Gómez

LUIS GÓMEZ ¿Puede el Estudiantes ganar la Liga? No. ¿Puede ganar al Barcelona, al Real Madrid, al Joventut y al CAI Zaragoza? De hecho, ha ganado a los cuatro grandes en esta temporada. Pero el Estudiantes no funciona según la estadística, más bien al contrario, suele hacerla saltar pedazos. El Estudiantes hace un juego de guerrilla: no busca ganar la guerra sino que se divierte, encuentra su razón de ser y de paso entretiene dando golpes de mano. Ayer dio otro e hizo lo que parece imposible: nada de triples en el último segundo, nada de tiros en el último segundo. Nada. El Estudiantes ganó con un mate en el último segundo.

Su victoria tuvo el mérito especial de haberse estructurado inmediatamente después de que el Joventut alcanzara su máxima ventaja (18 tantos, 3957) ya en el segundo tiempo. Cuando todo parecía resuelto, dada además la facilidad con que el Joventut se movía, comenzó una lento, progresivo y racional descuento, de tal forma que, a falta de casi ocho minutos, el partido estaba empatado a 70. Mucho antes se habían producido varios hechos apenas sin importancia: un comienzo veloz de ambos conjuntos que construyó unos cinco minutos de juego eléctrico e igualado, una lesión temporal de Russell que no afectó a su equipo, un buen marcaje posterior de Crespo sobre Russell y una probatura más de Villacampa como base. El Joventut fue tomando distancia, supo apoyarse en la facilidad de Johnson y comenzó a hacer de la sencillez un juego impecable e implacable.

Pero, he aquí que un espléndido Antúnez, que está haciendo olvidar nada menos que a Vicente Gil, se desplegó con agresividad, mientras que sus compañeros entendieron que no podían seguir insistiendo en pasarle todos los balones terminales a Russell. Unas gotas de defensa a ultranza, unas dosis de hombres por el suelo, un par de cortes y el juego subterráneo del Estudiantes dio sus frutos: el partido cambiaba de signo.

A falta de 2.46 minutos, con ventaja de un tanto, el técnico Julbe ordenó zona. Esta decisión podía ser interpretada de dos formas: o bien el Joventut se rebajaba a la zona con el Estudiantes, táctica que suena a derrota moral, o bien Julbe trataba de sorprender a su rival muy al final, sabedor de que el Estudiantes siempre tarda un tanto en desatascarse de una zona. Y, claro, ese era el problema, no había tiempo. La cuestión es que la zona no hizo daño alguno, sorprendentemente. Es más, su colega Garrido dio orden de entrada a Coll, quizás buscando un triple. Esa táctica de contra zona, triple, no dejaba de ser agresiva. Total, que el Joventut buscó un último tiro y falló Margall y el Estudiantes elaboró un mate en tres segundos.

Así que el Estudiantes es ahora líder de la A- 1, con, victorias ante Madrid y Joventut, pero no ganará la Liga. No, porque no resiste una acción planificada. Su suerte es la estocada. El único pero del Estudiantes es la enorme diferencia que hay entre la plantilla y la directiva. Los jugadores buscan lo imposible, la directiva mantener el chollo. Así, el esfuerzo de los jugadores por ganar es inversamente proporcional al que hacen los directivos por vender entradas; un esfuerzo que consiste, a duras penas, en poner el taco de localidades en la taquilla. Por eso, el Estudiantes nunca podrá aspirar a ganar una Liga. Sólo a ganar a los grandes.

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