Federico García Lorca vuelve a Nueva York

Una exposición con 170 dibujos originales de Federico García Lorca se acaba de inaugurar en el Spanish Institute de Nueva York, último punto de un periplo que comenzó en el Museo Español de Arte Contemporáneo, de Madrid, el año pasado, y que ha recorrido Barcelona, Roma, Caracas, Buenos Aires, Montevideo y Atenas, con la obra pictórica del poeta granadino.Los dibujos, que pertenecen a la Fundación García Lorca, a la familia del poeta y a colecciones privadas, están realizados a lápiz, tinta y crayons, y algunos al gouache y pastel. Aparte de muchos dibujos sueltos, la mayoría de ...

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Una exposición con 170 dibujos originales de Federico García Lorca se acaba de inaugurar en el Spanish Institute de Nueva York, último punto de un periplo que comenzó en el Museo Español de Arte Contemporáneo, de Madrid, el año pasado, y que ha recorrido Barcelona, Roma, Caracas, Buenos Aires, Montevideo y Atenas, con la obra pictórica del poeta granadino.Los dibujos, que pertenecen a la Fundación García Lorca, a la familia del poeta y a colecciones privadas, están realizados a lápiz, tinta y crayons, y algunos al gouache y pastel. Aparte de muchos dibujos sueltos, la mayoría de la colección la forman los decorados y figurines de teatro, autógrafos ilustrados, dibujos en libros de poetas coetáneos y dibujos en cartas, entre otros materiales expuestos.

Pero quizá lo más interesante de esta exposición sea el retorno a Nueva York, 57 años después, de muchos de estos dibujos. Lorca, en efecto, vivió en la ciudad neoyorquina entre 1929 y 1930, etapa en la que, además de escribir su propia producción poética, trabajó en la Columbia University.

Por entonces proyectó su estupor ante la ciudad a la que había llegado, no sólo en los poemas de uno de sus más famosos libros, Poeta en Nueva York, sino en todos los dibujos de la época, que ahora pueden verse en el Spanish Institute, y en los cuales Lorca se representa a. sí mismo con los brazos en alto en actitud de autodefensa y temor en medio de grandes edificios y enormes bestias fabulosas que le miran.

Esta visión casi apocalíptica que, la ciudad de Nueva York produce en el espíritu del poeta granadino se repite en todos los dibujos de la época. Cincuenta y siete años después, estos dibujos han vuelto a la ciudad de los rascacielos que, como en el año 1929, sigue siendo símbolo del mundo moderno que tanto impresionó al poeta.

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