España presenta sus reservas al ultimátum de la Comunidad Europea sobre la nueva política mediterránea

España contestó ayer con un sí, pero al virtual ultimátum que le formuló la semana pasada la actual presidencia británica de la Comunidad Europea (CE) para que levante antes de las vacaciones de agosto su veto a la adopción de la política de cooperación con los países ribereños del Mediterráneo, según informaron fuentes españolas. La respuesta española corre el riesgo, sin embargo, de ser interpretada como una contestación negativa por parte de los demás miembros de la CE, que deseaban obtener un sí a secas, y la negociación deberá probablemente ser reanudada en septiembre, pero sobre otras ba...

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España contestó ayer con un sí, pero al virtual ultimátum que le formuló la semana pasada la actual presidencia británica de la Comunidad Europea (CE) para que levante antes de las vacaciones de agosto su veto a la adopción de la política de cooperación con los países ribereños del Mediterráneo, según informaron fuentes españolas. La respuesta española corre el riesgo, sin embargo, de ser interpretada como una contestación negativa por parte de los demás miembros de la CE, que deseaban obtener un sí a secas, y la negociación deberá probablemente ser reanudada en septiembre, pero sobre otras bases.

El representante español ante la Comunidad, Carlos Westendorp, recibió ayer instrucciones de dar un sí de principio a la última oferta de la presidencia, pero negociar aún con su interlocutor británico alguna mejora para España del llamado mecanismo complementario de intercambios, según precisó Pedro Solbes, secretario de Estado para las Relaciones con la Comunidad.Este sistema somete durante 10 años a vigilancia estadística las exportaciones españolas a la CE de vino, patata temprana y, dentro cuatro años, las de frutas y hortalizas, y otorga la posibilidad a los Estados miembros de tomar medidas restrictivas si alcanzan techos perjudiciales.

Las indicaciones comunicadas ayer a Westendorp desde Madrid ponen de relieve que los negociadores españoles aceptan de facto la parte referente a las exportaciones agrícolas de Canarias de la última propuesta británica perfilada la semana pasada por Pedro Solbes durante siete horas de discusión con su homólogo londinense.

"Son necesarios mínimos retoques", afirmó el secretario de Estado, en respuesta a una pregunta sobre los contingentes agrícolas, así como la modulación de su precio de entrada en la Comunidad, los tres puntos aún en litigio a propósito de Canarias. Solbes no quiso dar más detalles sobre la nueva postura española "para no dar bazas a nuestros interlocutores".

El temor a que las ventas en Europa de productos agrícolas del archipiélago resultasen perjudicadas con relación a las de países terceros del Mediterráneo, especialmente los del norte de África, había incitado a Madrid a bloquear la adopción de una política que intenta compensar algunas consecuencias negativas que para esa área geográfica ha tenido la ampliación de la CE a España y Portugal.

Si Westendorp logra un acuerdo con el representante británico ante la Comunidad, este último tiene la facultad de presentarlo para su aprobación mañana miércoles en la reunión de embajadores de los doce, y los Gobiernos podrían, a su vez, darle su visto bueno en agosto o en septiembre en el primer Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores.

Cuando al término de la negociación maratoniana con Solbes el representante del Reino Unido expuso nuevamente hace una semana su oferta ante los titulares de Exteriores de los doce, dejó, sin embargo, muy claro que la delegación española debía "tomarla o dejarla" tal cual, por lo, que difícilmente aceptará ahora reemprender la discusión sobre el único punto de discrepancia. El secretario de Estado recalcaba al final de la larga sesión negociadora de la semana pasada que "veía muy difícil la conclusión de un compromiso satisfactorio antes del veraneo".

De ser así, la negociación sólo podrá ser reanudada en otoño, pero su punto de partida no será, ya, según ha amenazado la presidencia, su oferta de la semana pasada, sino la de su predecesor en el cargo, Holanda, que el pasado 30 de junio formuló una proposición menos favorable a España que la elaborada por el Reino Unido. "¿Por qué no", ironizaba Solbes, "empezar todo de nuevo desde los romanos?".

El maximalismo de Londres, que coloca a Madrid en la disyuntiva de todo o nada, se explica en parte a causa de las presiones que padece por parte de capitales como París, especialmente interesada en la entrada en vigor de la política mediterránea que beneficia a sus ex colonias. "Somos conscientes", reconoció Solbes, "que la presidencia desempeña un papel muy incómodo al estar atrapada entre dos bandos. Su margen de maniobra es reducido".

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