Eduardo Chozas

Los reyes de la moda se quedaron asombrados del elegante pedalear de Eduardo Chozas, nacido un 5 de julio 25 años atrás en Madrid. Sus 65 kilos se movían al ritmo marcado por sus brillantes zapatos blancos, mientras un no menos elegante espectador seguía con una sombrilla tricolor a uno de los 27 españoles que en 72 años del Tour han sido capaces de ganar una etapa. En el podio de los triunfadores del día, sus 182 centímetros convirtieron en un retaco al líder de la prueba, el francés Bernard Hinault.

Cuando los coches llevan sus mismos kilómetros, los tiran. Y si llevan tanto años como él en la carretera, la Dirección General de Tráfico obliga a una revisión del vehículo. Eduardo Chozas lleva unos 150.00 kilómetros en sus piernas y 10 años pedaleando por placer y por necesidad.El domingo consiguió en un pueblecito de Aurillac su triunfo más importante como ciclista: una etapa del Tour. Durante horas, las cámaras de la televisión francesa se centraron en un hombre de músculos largos que siempre llevaba 10 minutos de ventaja al caimán, Bernard Hinault.

Desde un chalé de Pozuelo de Alarcón, una mujer de 23 años Pauli, seguía las hazañas de ese ciclista vestido de azul y blanco con un número que le resultaba familiar, el 42. Una niña de tres años, Ruth, se había quedado de una pieza al reconocer en la tele a su papá, más moreno que nunca. Esta vez Ruth no se quejó como en los días de la Vuelta a España "¡Otra vez ciclismo, mamá; yo quiero dibujos animados!". No gritó porque desde hace un mes Eduardo Chozas no paraba en casa y tampoco había forma de verlo por TVE.

Pauli está acostumbrada a esperar. Ahora espera que acabe el Tour; luego, que llegue septiembre, para que nazca Eduardo o Icíar. Y luego octubre, el mes de las vacaciones del ciclista. Se quedarán en casa. No repetirá lo de 1984, cuando, por si fueran pocas las cuatro vueltas a Italia disputadas, Chozas convenció a la familia para volver al país del Giro. "Desde luego no se perdía por las carreteras, no, ¡y cómo hablaba italiano!", explica Pauli.

A los 17 años Chozas conoció en el barrio de Lucero a Pauli que tenía 15. Ese mismo año le suspendieron la selectividad. Fue su último contacto con los libros de texto, aunque sigue intrigado por la farmacia, por eso del doping, por la preparación física y por esa extraña cualidad suya, que no sabe si es buena o mala, de que no suda todo lo que se debe sudar cuando escala el Tourmalet con más de 30 grados a la sombra y con el corazón a 150 pulsaciones por minuto.

A los 20 años, el equipo Zor le fichó como profesional. Todos le decían que tenía un gran porvenir.

En un año corre la Vuelta a España y vuelta a Italia. Se le atragantaron tantos kilómetros para tanta juventud. Pero Chozas casi todo lo hizo pronto. A los 21 se casó con su novia de toda la vida, poco después de que le tiraran la chabola de Orcasitas en donde vivía. A todos les dieron un pisito, menos a él, que iba para estrella.

Y con ese cartel de futura figura cumplió los 25 años sin llegar a ser nunca lo que se presumía. Un atleta duro, bueno para cualquier terreno; bueno, quizá, para llevar elegantemente hasta la meta a la estrella, aunque sea chaparrín y un poco zambo como Hinault. Quién sabe.