Cartas al director

La Iglesia argentina

El artículo de Martín Prieto titulado El silencio cómplice de la Iglesia argentina, publicado en EL PAIS el pasado 11 de noviembre, contiene un error que es necesario esclarecer. En él se menciona reiteradamente a un "monseñor Carletti" como asesinado por la dictadura rnilitar en la provincia argentina de La Rioja. En realidad, el crimen cometido lo fue en la persona del obispo monseñor Angelelli.El equívoco excede la confusión de un apellido italiano por otro del mismo origen, dada la importancia y significación histórica de monseñor Angelelli, mártir de la Iglesia católica argentina....

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El artículo de Martín Prieto titulado El silencio cómplice de la Iglesia argentina, publicado en EL PAIS el pasado 11 de noviembre, contiene un error que es necesario esclarecer. En él se menciona reiteradamente a un "monseñor Carletti" como asesinado por la dictadura rnilitar en la provincia argentina de La Rioja. En realidad, el crimen cometido lo fue en la persona del obispo monseñor Angelelli.El equívoco excede la confusión de un apellido italiano por otro del mismo origen, dada la importancia y significación histórica de monseñor Angelelli, mártir de la Iglesia católica argentina.

Monseñor Enrique Angelelli, nacido el 27 de julio de 1923, poseía el título de doctor en Derecho Canónico de la universidad Gregoriana de Roma. En 1960 fue designado obispo auxiliar de Córdoba (Argentina). Más allá de estos escuetos antecedentes curriculares, cabe destacar como símbolo de su pensamiento las palabras que pronunció al asumir en 1968 la dirección de la diócesis de La Ríoja: "Me siento feliz de vivir en la época que vivo. Me parece importante vivir en esta época de cambios profundos, acelerados y universales, porque se nos ha dado la responsabilidad de construir algo nuevo". Llevó a la práctica esta reflexión, haciendo hincapié en los aspectos sociales del mensaje evangélico, desarrollando una intensa labor pastoral en toda su diócesis.

Su actitud en defensa de los derechos humanos y las libertades públicas le convirtió en símbolo y portavoz de los amplios sectores católicos que denunciaron el terrorismo de Estado imperante en aquella época en Argentina. Preci

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samente fue él quien, el 21 de marzo de 1976, pronunció una homilía en la base de la Aeronáutica Militar de Chamical en la que condenaba el golpe militar que se produciría tres días después.

Frente al asesinato de los sacerdotes Longueville y de Dios Murías -que, aclaramos, fueron sádicamente torturados-, monseñor Angelelli dijo en sus funerales que sus muertes habían sido provocadas para "silenciar la voz de la Iglesia, la voz de aquéllos que no tienen voz".

Queda también por rectificar la afirmación del señor Prieto que, al referirse a las circunstancias de la muerte del obispo, expresa: "Cometió el error de viajar solo". El error lo comete aquí el señor Prieto, pues, como se hizo público en su momento, monseñor Angelelli realizó ese último viaje acompañado. del vicario episcopal, R. P. Arturo Pinto, quien sobrevivió, convirtiéndose en el testigo de cargo que corroboró las múltiples pruebas que hoy sirven para acreditar las circunstancias en que se produjo el crimen.

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