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Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Laberinto en negro

Desde su estreno, El halcón maltés fijó el modelo. Las productoras que se embarcaron en películas de serie negra tenían en la imaginación a este, cercano a la perfección, encuentro entre un gran novelista y un equipo de cineastas. El filme de Huston era para ellos un producto redondo, carecía de grietas.Raymond Chandler, cuando en 1945 comenzó a rodarse su novela El sueño eterno, no le iba a la zaga en fama a Dashiell Hammett. El cine se había percatado de la riqueza de imágenes de sus novelas y del hallazgo que suponía su personaje Philip Marlowe, un humorista de la acción, que en sus aventuras, siempre narradas subjetivamente, desde su punto de vista de moralista cínico e incluso escéptico, permitía introducir en este género abrupto y casi documental el principio de simpatía y de identificación.

El sueño eterno se emite hoy a las 21

35 primera cadena.

Dick Powell, dirigido por Edward Dmytryk en Adiós, muñeca, y Robert Montgomery que se dirigió a sí mismo en La dama del lago, intentaron llevar hasta el fin esta búsqueda de identificación que les ofrecía el personaje Marlowe. Las dos películas están narradas mediante un método de cámara subjetiva, dentro de la ortodoxia establecida la primera, y rompiendo moldes la segunda. Pero no se acercaron al modelo de El halcón.

Howard Hawks, cuando comenzó a rodar con Humphrey Bogart y Lauren Bacall El sueño eterno, tenía detrás de sí la marca de haber alcanzado e incluso superado, en Tener y no tener, a otro modelo industrial en boga el de Casablanca. Su éxito no desbordó esta vez a El halcón, pero se le acercó, y su filme se hizo rápidamente un hueco entre las leyendas de Hollywood. Quizas se exageró, pero con fundamento, pues El sueño eterno tiene también condición modélica, de filme sin fisuras. La adecuación entre el relato y el método de filmación, entre lo que ocurre y el punto de vista de la cámara, tiene cuando menos tanta fuerza como en el filme de Huston.

Para lograr esta hazaña, Hawks renunció al punto de vista de Marlowe como eje del filme e hizo en el relato subjetivo de Chandler una inversión total de puntos de vista. Conservó lo esencial de la acción, diálogos y situaciones, por lo que Marlowe está presente prácticamente en todas las secuencias del filme, pero independizó a la cámara de la mirada del personaje y narró la subjetivísima historia de Chandler con métodos de filmación totalmente objetivos. En el hallazgo de estilo que supuso este precipitado de formas narrativas opuestas hay que buscar la acusada originalidad de este irrepetible filme.

Para ello, Hawks y sus guionistas, entre los que otra vez se encontraba William Faulkner, fueron, al contrario que en el Tener y no tener de Hemingway, respetuosos hasta el escrúpulo con la novela. Es más, aplicaron toda su meticulosidad de analistas literarios Para desvelar su complejísimo esquema argumental y dejarlo desnudo de ornamentos identificadores, hasta reducirlo a una pura abstracción. De esta labor se recuerda la anécdota de que tuvieron que ponerse al habla con el propio Chandier para que les dijera quien era el asesino del chófer -uno de los seis o siete cadáveres de la novela- porque no lograban averiguarlo por los datos que esta proporcionaba. Chandler lo pensó mucho, pero no pudo ayudarles, pues también el padre de la criatura ignoraba qui en era su asesino.

Esta anécdota ilustra indirectamente el porqué del carácter abstracto que adquirió el filme conducido por el métdodo objetivizador de Hawks. Los hechos y sus autores interesan cada vez menos, al tiempo que gana interés el laberinto de las interrelaciones entre hechos y personajes, que acaban tejiendo una malla impenetrable, que impide al final saber con precisión qué ocurre, cuando, como, por qué y a quienes ocurre. El laberinto se aduefía de la acción y el espectador queda atrapado dentro de él. En este sentido es El sueño eterno un filme de intriga fascinante, un prodigio de ambiguedad, de sutileza y de posibilidad de interpretación abierta, mérito que crece si se considera que está extraído de una novela cerrada, claustrofábica y llena de datos, personajes y hechos exactos, matemáticos, nada ambiguos.

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