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Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Cena a las ocho', una aglomeración de estrellas

Tomàs Delclós

En Cena a las ocho, cinta de 1933, lo menos importante es el menú y la hora. La Metro había producido en 1932 Gran Hotel y necesitaba una nueva excusa para montar otra aglomeración de estrellas. Este tipo de producciones fue el pan de cada día en los años inmediatamente posteriores a la aparición del sonoro. Los grandes estudios tenían que demostrar que su plantilla de artistas sabía no sólo vocalizar sino, también, trinar. Eran los musicales all-stars. Cena a las ocho es una variante sin orquesta de este tipo de operaciones. Ahí está una parte de la familia Barrymore (Lionel y John), Marie Dressler, Wallace Beery y Jean Harlow, entre otros.Los invitados a la cena tienen todos su propia historia y los comensales no cogen de veras el tenedor hasta el final de la película. John Barrymore, ídolo de matinées a quien pudo el alcohol, hace un destacable papel de obvios reflejos autobiográficos. Billie Burke y Lionel Barrymore son los anfitriones, los Jordan, armadores en un pésimo momento. Carlota Vance (Marie Dressler) es una eclipsada dama de los escenarios. Jean Harlow, en un estruendoso papel, es Kitty, una chica sin escrúpulos que ha hecho el negocio de su vida haciendo pasar por la vicaría a un estúpido nuevo rico. Cukor -que empezó en Hollywood como especialista en diálogos le dio a esta rubia, que fue un desastre para las reinas morenas del momento, unas réplicas antológicas. El propio director reconoció que la actriz no captaba las sutilezas de sus frases. Ha pasado a la bibliografía especializada el instante cuando la Harlow comenta, preocupada, que acaba de leer su primer libro donde se dice que las máquinas van a reemplazar a todas las profesiones y Marie Dressler sentencia: "Querida, eso es algo de lo que tú nunca deberás preocuparte". Las Vulpes, en vista de lo sucedido, deberían tomar nota de esta sabiduría metafórica.

La luz

La película, pensando en el año que se hizo, tiene otros atractivos. Cukor consiguió, por ejemplo, utilizar eficazmente el color blanco para figurines y decorados. Con el sonoro, las lámparas de arco producían un molesto ruido y empezó a utilizarse luz de incandescencia que, poco a poco, cambió la luminotecnia. Antes, fotografiar en blanco era correr el peligro de conseguir un albino cegador y los rosa pastel hacían sus veces. Con este filme, que tiene a Herman J. Mankiewicz entre los guionistas, se inicia un ciclo en la pequeña pantalla dedicado a la obra de George Cukor.Cena a las ocho se emite hoy a las 22.05 horas por la primera cadena.

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