Ayer,
en la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Complutense, leyó Jimena García-Prado su tesis doctoral sobre la demanda de los productos energéticos en España. Al finalizar la lectura se comentaba animadamente en los corrillos que, de tener razón la brillante y erudita doctora, la política de inversiones del Gobierno para los próximos años descansaría sobre las frágiles y arenosas bases de unas estimaciones erróneas acerca de la relación futura entre la renta nacional y el consumo energético en nuestro país. Resultaría así que el PEN -no el Pen Club, sino el Plan Energético Nacional- habría sobreestimado las necesidades de energía en España durante los próximos lustros y aplicado a la inversión en esta área una parte excesiva de nuestros recursos.