Alvaro Cunqueiro recibió el Pedrón d'Ouro

El escritor y periodista Alvaro Cunqueiro recibió el pasado domingo el Pedrón d'Ouro-1980, otorgado por el patronato homónimo, en un acto que tuvo lugar en la Casa-Museo de Rosalía de Castro, en la localidad de Padrón. Los actos se iniciaron con una misa en el templo parroquial de Padrón, oficiada por Andrés Torres Queiruga, de la Academia Gallega, y seguidamente Alvaro Cunqueiro hizo entrega de una corona de laurel, que fue depositada en la casa de Rosalía.Tras la lectura del acta de concesión del premio, el secretario del patronato, Avelino Abuin de Tembra, exaltó la figura del galardonado....

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El escritor y periodista Alvaro Cunqueiro recibió el pasado domingo el Pedrón d'Ouro-1980, otorgado por el patronato homónimo, en un acto que tuvo lugar en la Casa-Museo de Rosalía de Castro, en la localidad de Padrón. Los actos se iniciaron con una misa en el templo parroquial de Padrón, oficiada por Andrés Torres Queiruga, de la Academia Gallega, y seguidamente Alvaro Cunqueiro hizo entrega de una corona de laurel, que fue depositada en la casa de Rosalía.Tras la lectura del acta de concesión del premio, el secretario del patronato, Avelino Abuin de Tembra, exaltó la figura del galardonado.

El señor Abuin glosó la singladura vital de Alvaro Cunqueiro, al que proclamó «patriarca de las letras gallegas» y calificó como «uno de los poetas más fundamentales de la lírica gallega».

El presidente del patronato, Gustavo Valencia, entregó seguidamente el pergamino y la medalla conmemorativa del Pedrón a Alvaro Cunqueiro. El pergamino «de honra e loubanza», otorgado a Abel Bouhier por su obra monumental sobre Galicia, publicada en 1979, fue recogido por el poeta Salvador García Bodaño en representación del escritor galo, que no pudo acudir.

Alvaro Cunqueiro pronunció después unas palabras, en las que agradeció emocionado la concesión del premio. El escritor dio gracias a Dios «porque me permitió nacer en Galicia»; comentó que era sólo «un fabulador un poco vagabundo y un inventor de historias» y dijo que quizá debiera haber vivido en otro siglo «con una viola para cantar coplas y sucesos en las ferias de todo el mundo».

«Si mi obra tiene un sentido», añadió, «es que nuestra lengua continúe, que Galicia siga. Es preciso, para bien y decoro del mundo, que Galicia continúe. Y si la lengua continúa, continuaremos los gallegos como pueblo».

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