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El Real Madrid, con coraje e inteligencia, semifinalista europeo

El Real Madrid escribió ayer una nueva página brillante en su dilatado historial. Sin hacer un buen partido, pero con un coraje a prueba, de cualquier resultado en contra y aprovechándose del discreto e inofensivo juego del Celtic de Glasgow, se clasificó para las semifinales de la Copa de Europa. Tuvo la fortuna -por un fallo del portero escocés- y el acierto de marcar su primer gol al borde del descanso, tras un primer tiempo controlado por el cuadro británico, y sus hombres supieron desdoblarse con inteligencia en la segunda parte para evitar los marcajes rivales y conseguir los dos tantos decisivos en las ocasiones propicias.El encuentro, con más tensión emocional que juego en todo su transcurso, tuvo dos fases bien diferenciadas. En el primer tiempo, salvo el gol postrero, el Celtic controló, perfectamente la situación con su esquema clásico del 4-4-2 y pareció incluso más suelto que en Glasgow. En muchos momentos dio la sensación del mismo partido, con el intercambio de protagonistas. El Madrid jugó muy bien en el Celtic Park, pero no marcó el tanto que le hubiera hecho mucho más fácil la eliminatoria. Aquí, el Celtic tampoco, aunque a los tres minutos, el defensa libre McAdam obligó a García Remón a realizar una gran parada y a los cinco, tras fallo de Angel, McCIuskey no acertó a rematar completamente solo un gran pase de McLeod. El Madrid empezó con más dureza que juego (del propio Angel, Stielike y Benito, éste sobre todo), pero el que llegó con peligro fue el Celtic. Quizá imprevisiblemente, en lugar de reducirse a contener, o dejar solos delante a McCIuskey -marcado por Benito- y Doyle -del que se ocupó Sabido hasta su lesión- incorporó varias veces a Lennox y Provan al ataque. A los diez minutos y a los diecinueve, otra vez García Remón y el larguero evitaron un tiro y un centro del móvil Doyle.

Sin embargo, el Madrid, sin romper nunca el «pressing» centrocampista del Celtic -Aitker ante Del Bosque, McLeod frente a Stielike, que fue el único con ligera facilidad para desmarcarse, Lennox ante Angel y Provan cerrando los avances por la banda de Camacho- no perdió su principal arma: el tesón. Al último susto de Doyle contestó Juanito revolviéndose en el área y tirando con peligro para que Latchfor desviara de puños lo suficiente y evitara el gol. A los veintisiete minutos, Del Bosque estuvo a punto de coger adelantado al guardameta escocés, que volvió a meter el puño «in extremis». Sólo con su fuerza, el equipo blanco rompió así el ritmo del Celtic, que se empezó a diluir hasta terminar en una caricatura. El principio de su fin vino de un córner «made in Cunningham» -de jugada difícilmente podía ser- con fallo de Latchford y oportunismo de Santillana con el pie, pues hasta entonces habían sido inútiles los típicos centros de la impotencia sobre el área escocesa ante la altura de su defensa. El Madrid había dado ya un paso, y aunque se mantenía el peligro del gol en contra, que podía ser fatal, al menos lo había soslayado hasta entonces.

El gran mérito blanco en el segundo tiempo estuvo no sólo en mantener el ritmo de su máquina de fuerza, sino en aumentarlo con cabeza y calidad. Nada más empezar hubo un gol fantasma al rematar Pirri otro córner de Cunningham. El Celtic tal vez aflojó en los marcajes, pero la realidad es que los hombres madridistas se apoyaron más, se desdoblaron mejor, y buena prueba de ello fueron los dos goles que vinieron por avances de Del Bosque y Angel en posición de extremos. Stielike y Juanito también supieron quedarse solos para los remates definitivos. Además, tras el segundo, que suponía el empate en la eliminatoria, no se descuidó yéndose alocadamente al ataque y dio la sensación de ceder claramente la iniciativa al Celtic para esperar agazapado la ocasión propicia. El equilibrio entre corazón y cerebro, aunque sin realizar un gran juego, pero sí con inteligencia y efectividad, le dio un gran triunfo al Madrid.

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