El Instituto Shakespeare, de Valencia, traducirá de nuevo la obra del autor británico

Con la presentación de una edición para bibliófilos del Rey Lear comienza a ser realidad lo que desde hace poco más de un año parecía una quimera: traducir a Shakespeare de nuevo. El proyecto lo alumbró Manuel Angel Conejero, inspirado por J. B. Spencer, director del Shakespeare Institute de Birmingham. Hasta 1968 se habían dedicado a organizar unas jornadas en Valencia en torno al teatro shakespeariano. Pero había que hacer algo más sólido, de mayor empeño. «Entreguen a sus paisanos esa traducción», dudo que haya ninguna buena de veras, «y ellos agradecerán sus desvelos. Tienen ustedes...

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Con la presentación de una edición para bibliófilos del Rey Lear comienza a ser realidad lo que desde hace poco más de un año parecía una quimera: traducir a Shakespeare de nuevo. El proyecto lo alumbró Manuel Angel Conejero, inspirado por J. B. Spencer, director del Shakespeare Institute de Birmingham. Hasta 1968 se habían dedicado a organizar unas jornadas en Valencia en torno al teatro shakespeariano. Pero había que hacer algo más sólido, de mayor empeño. «Entreguen a sus paisanos esa traducción», dudo que haya ninguna buena de veras, «y ellos agradecerán sus desvelos. Tienen ustedes trabajo para veinte años.» Así se expresó antes de morir J. B. Spencer, una autoridad mundial en la materia.Y se puso manos a la obra. El tesón de Manuel Angel Conejero consiguió fundar el Instituto Shakespeare, en Valencia, y encontrar un equipo que ha de traducir, a la larga, todo Shakespeare. Ahora se presenta ya su Rey Lear. «Las traducciones que tenemos a mano no son tales. A lo sumo se pueden considerar como guías para leer a Shakespeare, guías semánticas o pseudosemánticas. No son, ni mucho menos, la respuesta al reto que plantea la obra de Shakespeare. Las versiones de Astrana Marín eran meras glosas en prosa, por lo demás., harto prosaicas. Y evitan todo tipo de connotaciones sexuales, cuando Shakespeare es, en buena parte, lenguaje popular y de doble sentido. Los alemanes, en cambio, habían hecho un buen trabajo filológico. Y había aún el camino que tomaron Gide, Bonnefoy, Segarra y, entre nosotros, Cernuda. Lo suyo son traducciones en las que el autor sobreactúa, pero sirven para la escena y no sólo para ser leídas. Nosotros partimos de la fidelidad al texto como propuesta teatral, como diseño para una representación. El verdadero camino lo abrió Giorgio Melchiori, con una versión al italiano de King Lear

El camino para establecer el texto y el campo semántico es más bien largo. «Partimos de las ediciones in folio e in cuarto, teniendo en cuenta todas las ediciones desde el siglo XVIII hasta hoy, sobre todo las que han hecho autoridad. Hemos tenido discusiones sobre semántica a partir de las traducciones de Sheegel, Tieck, Víctor Hugo, Bonnefoy, Melchiori, Prav, Segarra, Astrana y Valverde. Se redacta una maqueta y unas notas amplias. Luego se elige un colaborador literario. En el caso del Rey Lear ha sido Jenaro Talens. Se estipula la prosodia y el tipo de lenguaje, se hacen varias propuestas versificadas o ya definitivas para la prosa.»

¿Han sido fieles? «Consideramos que hemos de ser fieles al texto en sus vertientes literarias y teatrales. Las obsesiones por la fidelidad de nuestros predecesores no coinciden con las nuestras. El reto de interpretar debe aceptarse con todas sus consecuencias. Nuestra traducción no está ni más lejana ni más próxima que una versión teatral del mismo The Globe, de Brook, o de Strehler, o la que todo lector o espectador hace in mente. Nosotros traducimos el espacio teatral "King Lear".» «Usamos un castellano actual», bajar al siglo XVII sería una aberración esquizofrénica, «procurando, eso sí, tamizar las palabras con ruidos provenientes de los mass media. Es el castellano del teatro, de la comedia, del drama y de la tragedia. El problema más enrevesado radicaba en la prosodia. Teníamos que buscar un ritmo endecasilábico que permitiera la elasticidad del yámbico shakespeariano. Shakespeare hacía dramas poéticos, no poemas dramáticos».

Ahora se ha presentado la primera entrega. El viernes en Valencia, y hoy, miércoles, en Madrid. «Hasta ahora, el trabajo ha sido posible gracias al Ministerio de Cultura y a la Dirección General de Teatro y a la Universidad de Valencia. Esperamos que prosiga su ayuda.»

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