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Inesperada derrota laborista en Israel

La inesperada victoria del partido derechista Likud en las elecciones israelíes -casi todos los pronósticos daban ganadora a la coalición laborista- ha sido acogida en las capitales árabes con desconfianza y con franca hostilidad en los medios palestinos, que han llegado a opinar: «Es el comienzo de la quinta guerra».El Partido Laborista, de Simón Peres, ha perdido casi veinte escaños en el Parlamento, mientras que una nueva formación, el Movimiento para el Cambio, ha ganado dieciséis, presumiblemente a costa de los votos laboristas. Aunque, paradójicamente, el avance del Likud es mínimo, tres escaños a la hora de cerrar esta edición, el descenso laborista lo coloca a la cabeza, y su líder, Begin, un «duro» que llevaba veintinueve años en los umbrales del poder, tendrá que formar Gobierno, probablemente, con la ayuda del Partido Religioso.

Washington y Moscú han reaccionado con cautela ante los resultados de las elecciones, que se consideraban las más importantes desde el nacimiento del Estado judío. Mientras el portavoz norteamericano ha dicho que no tiene ningún comentario o interpretación que hacer, la agencia soviética Tass, en una reacción considerada muy moderada, pronostica una larga lucha para la formación de nuevo gobierno.

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