Crítica:

Una gran traducción del Dante

En 1973 Angel Crespo sorprendía nuestro razonable escepticismo de lectores una y otra vez traicionados o estafados con una espléndida traducción del Infierno del Dante. Aquella sorpresa se reduplica ahora con su nueva traducción del Purgatorio, pues seguramente le habríamos disculpado sin esfuerzo flaquear ante lo que a primera vista y segundas vistas parece una empresa imposible. Tanto, que las traducciones de la Divina Comedia a las distintas lenguas hispánicas son rarísimas y no siempre afortunadas: la de don Enrique de Villena, la más antigua, pero en prosa; la del cat...

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En 1973 Angel Crespo sorprendía nuestro razonable escepticismo de lectores una y otra vez traicionados o estafados con una espléndida traducción del Infierno del Dante. Aquella sorpresa se reduplica ahora con su nueva traducción del Purgatorio, pues seguramente le habríamos disculpado sin esfuerzo flaquear ante lo que a primera vista y segundas vistas parece una empresa imposible. Tanto, que las traducciones de la Divina Comedia a las distintas lenguas hispánicas son rarísimas y no siempre afortunadas: la de don Enrique de Villena, la más antigua, pero en prosa; la del catalán. y en catalán, Andreu Febrer, ésta ya en verso; la de Pedro Fernández de Villegas, que no pasó del Infierno... En 1879 publicó el Conde de Cheste, una versión completa en tercetos a la que ni siquiera los grabados de Doré conseguían hacer soportable. Porque dificultad mayor si cabe que recorrer la abrumadora extensión de la Comedia es quizá salir con buen pie de ese resbaladizo tobogán del terceto dantesco, ocasión habitual de las rimas más adocenadas y bizarras. Ya lo advirtió Quevedo, cuando en boca de un poeta condenado a Las zahurdas de Plutón pone este lamento:«Habiendo en un terceto dicho lío./ un hidalgo afrenté tan solamente. / porque el verso acabó bien en judío.»

Dante Alighieri

Comedia. Purgatorio. Traducción, prólogo y notas de Angel Crespo. Ed. Seix Barral. Barcelona, 1976. pp. 411.

Quede claro que, si nos empeñamos, encontraremos en esta traducción de Angel Crespo más dé un desmayo, pero al fin son disculpables en un trabajo que cuenta como no pequeño mérito, haber conservado fielmente algo que casi siempre se le escamotea a Dante: la desenvoltura y ferocidad de su lenguaje.

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