Los clubs vascos siguen en la lucha
Los clubs vascos siguen en la lucha. Eguidazu ha adelantado su intención de impugnar la alineación del ya valencianista Diarte porque afirma haber encontrado indicios de irregularidades en sus documentos de oriundo. Tras conseguir evitar que se admitiera la posibilidad de que los extranjeros jueguen en la Copa, la Real y el Athletic reemprenden la lucha contra los hombres venidos del exterior que entran en España por la puerta falsa.Por desgracia, el control que la Federación ha ejercido en estos aspectos ha sido tan deficiente como para dejarla en un profundo ridículo. Cuando se abrió la importación de oriundos se estableció en un principio la condición de no internacionalidad de los jugadores a fichar. Muchos oriundos internacionales se colaron entonces con certificados falsos, en los que se acreditaba su falsa no internacionalidad. Este coladero fue advertido tarde por la Federación, que decidió optar por una solución sencilla: perdonarles y admitir en adelante a los internacionales. Pero, como se sabe, el problema no paró ahí, sino que fue a más cuando se descubrió que muchos de ellos, de oriundos, nada. A la Federación le importó poco, y fueron los dos clubs vascos, la Real y el Athletic, quienes pusieron el problema sobre el tapete, gastaron su dinero en investigaciones y abogados y denunciaron todo el cáncer de alineaciones impugnables que cada domingo se producían en nuestro fútbol. El indulto concedido por el Rey a su acceso al trono le vino que ni pintada a la Federación para conseguir que el asunto quedará en el aire. Rápidas nacionalizaciones de los falsos oriundos arreglaron el asunto.
Pero el Athletic y la Real no cejan y siguen investigando por su cuenta en aspectos que en realidad son de competencia federativa. Sin duda, estos dos clubs no se fían de la vigilancia que el máximo organismo ejerce en estas cuestiones, y sus razones tienen. A fuerza de investigar, han descubierto ahora indicios de falsificación de los papeles de Diarte, y se proponen impugnar su alineación.
No valdrán los equívocos
Ahora no se vislumbran indultos que puedan crear equívocos salvadores. Si Diarte es falso oriundo podrán ser impugnados los resultados de los partidos en que intervenga, y la Federación tiene motivos para echarse a temblar. Hay que pensar que el perjudicado sería el Valencia, un club que tiró la casa por la ventana para fichar a un jugador al que la Federación tenía perfectamente inscrito. ¿Podrá la propia Federación desautorizarle para alinearlo? Y, sobre todo, ¿en qué agujero podrán esconderse los dirigentes de nuestro fútbol si después de toda la polvareda armada hace poco con los oriundos y después de las angustias sufridas han dejado colarse a otro por la puerta falsa?
La Real y el Athletic, como se sabe, sólo utilizan jugadores de su región. Cultivan la cantera, facilitan la práctica del deporte a los jóvenes de aquella tierra, y con los mejores forman sus equipos. Es una postura clásica en ellos y extremadamente valiosa para la extensión del fútbol como deporte, pero tiene para ellos la contrapartida de haber perdido un poco el pedal con respecto a los demás. Es muy difícil que el Athletic de ahora ocupe el puesto de antaño si renuncia a fichar a hombres como Jensen, Cruyff o Kempes. Por eso mismo es más lícito aún que luche dentro de lo posible y que, si no le queda otro remedio que aceptar la entrada de hombres venidos de fuera, trate de frenar, al menos, a los que intentan colarse con ilegalidades.
Motivos de roces
Lo peor del asunto es que la continua lucha se refleja en ocasiones en los terrenos de juego. Cuando el Athletic o la Real van a jugar al campo de alguno de esos equipos que se encuentran plagados de extranjeros y oriundos son mal recibidos. Cuando uno de estos equipos va por San Mamés o por Atocha ocurre lo mismo. Lo peor del caso es que, por desgracia, los dos clubs del Norte se van quedando solos y cada vez son más las diferencias. Ultimamente ha habido un intento, iniciado por el Valencia, de conseguir que los extranjeros pudieran jugar en la Copa, competición tradicionalmente reservada a los jugadores nacionales. El Athletic y la Real han conseguido, de momento, evitarlo, y eso habrá sentado mal a muchos.
La discordia sigue ahí, y, como queda dicho más arriba, eso se refleja en los partidos. Anteanoche, en el Manzanares, el Atlético de Madrid, un equipo lleno de sudamericanos, y el Athletic de Bilbao jugaron un partido terriblemente bronco y cargado de mala intención por parte de jugadores de ambos cuadros. Hay muchos motivos para que un partido se endurezca, pero no se puede descartar la posibilidad de que una de las causas que más influyera en lo de la final del Villa de Madrid fuese el distanciamiento existente entre la política de uno y otro club. El tema de los extranjeros y los oriundos no está enterrado y, sin duda, formará parte importante en el balance de las inevitables discordias que la temporada entrante nos depare.
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